Ayer me pasé una hora en el gimnasio. Lo que estaría muy bien, si no fuera porque previamente había estado otra hora decidiendo si iba al gimnasio.
Muchas webs y libros sobre productividad te dicen que si liberas las horas que dedicas a (Facebook, la tele, reuniones improductivas, etc.), de repente tendrás un montón de tiempo disponible que podrás utilizar para escribir por fin esa novela, o crear un negocio online, o construir una intimidad arrebatadora con tu pareja y tener montones de sexo.
Cuando aplicas esa teoría, sin embargo, te encuentras con dos problemas:
- No sabes qué hacer. Esto lo dice Laura Vanderkam en su libro 168 hours y tiene toda la razón: a no ser que no tengas claro a qué quieres dedicar tu tiempo libre, se te escurrirá por las esquinas sin que te des cuenta. La solución a este primer problema es fácil: haz una lista de tres cosas que te gustaría hacer más en tu vida y ponla a la vista. No hace falta que sean muy complicadas. Puede ser leer, cocinar y hacer yoga, o reírte, dormir siestas y saltar a la comba.
- Pierdes todo tu tiempo en las transiciones. En procrastinar. En conflictos internos. En decidir si esto que estás haciendo aquí y ahora es lo mejor que podrías estar haciendo con tu tiempo en este mundo de opciones infinitas.
El secreto para tener tiempo para todo, por tanto, es pasar de una acción con significado a otra con el menor tiempo posible de dudas, indecisión y rumia mental por el que dejar que se fugue tu energía.
La maternidad y la productividad
Mi hija Alana ha sido un cursillo exprés en cómo aprovechar más el tiempo. A veces me entran ganas de tener más hijos solo para ver si mis días empiezan de golpe a tener treinta horas en vez de veinticuatro.
El secreto lo aprendí en sus siestas. Hay una frase, no recuerdo de quién, que dice: «No hay un bebé tan adorable que sus padres no se alegren cuando se duerme».
Cuidar de un bebé crea una tensión leve pero constante que solo se relaja cuando, por fin, se abandona al sueño. Tu bebé dormido, además, te dice que, por una vez en su vida, TODO ESTÁ BIEN. No te hace preguntarte si tendrá hambre, cansancio, el pañal sucio o si ahora, en este preciso instante, estás gestando el trauma que le tendrá años en el diván.
El problema es que en cuanto Alana se dormía, yo me quedaba paralizada como un ciervo frente a los faros de un coche. De repente, tenía frente a mí un mínimo de cuarenta y cinco minutos de LIBERTAD. ¿Qué hacer con ese océano de posibilidades? ¿Dedicarme a la lujuria de cortarme las uñas? ¿A la decadente afición de fregar los platos bien, y no deprisa y corriendo con la excusa de «bueno, si se quedan un poco sucios fortaleceremos nuestro sistema inmune»?
Al final empecé a planear las siestas de mi hija. En mi Bullet Journal del alma (cuando lo tenga dominado explicaré cómo lo hago, por si te sirve), me incluía las franjas aproximadas de sus siestas y a qué pensaba dedicarlas. Por ejemplo: ANAP (de Alana + Nap, porque Marina sin Spanglish no es Marina): practicar piano. O ANAP: escribir la Psicoletter.
Desde entonces, en el momento en que mi hija se gira y se pone la manita delante de la cara, que es la forma en la que sabes que va a dormirse y no a lanzar el chupete desde la cuna y a ponerse a gritar como loca, yo me tiro a hacer lo que sea que había planeado sin pensármelo dos veces.
Las transiciones ineficientes
El fenómeno siesta de Alana me hizo mirar fragmentos de mi día que no había observado antes: las transiciones.
Imaginemos, por ejemplo, que acabo de terminar una consulta y aún me quedan un par de asuntos por cerrar antes de terminar el día. En el momento en que cuelgo la llamada, es como si un muelle me empujara de la silla. Llevo una hora sentada y necesito moverme y estirar. Ya de paso, voy a comer algo. Y a hacerme un té, que así es más agradable contestar mails. En el camino a la cocina, veo el piano y me siento: «voy a tocar un poco, a ver si me relajo».
Entre unas cosas y otras, cuando me he sentado a contestar mails y escribir la Psicoletter ha pasado media hora.
Si haces cinco transiciones al día y tardas media hora en cada una, son dos horas y media de tu tiempo que nunca volverán.
¿Qué podrías hacer con dos horas y media más al día?
Pero es que no todo en esta vida va a ser productividad
Sí, ya, te estoy oyendo, lector-barrita-a-hippie.
«Pero Marina, es que no todo en esta vida va a ser trabajar-trabajar-trabajar. Chica, relájate, hazte un té, toca un poco el piano y después te cundirá más lo que sea que tienes que hacer».
El problema es que la mayoría de las transiciones no se alargan porque estés ahí disfrutando un montón de tu té y tu piano. Se alargan porque estás retrasando el momento de entrar en la siguiente acción. Y estás retrasando el momento porque está apareciendo esa conocida pesada con la que todos tenemos que convivir porque se acopló a tu grupo cuando teníais ocho años y ya no hay quien la eche:
La resistencia.
La resistencia es esa fuerza extraña que aparece en tu camino cuando tratas de hacer algo que no sea mirar Netflix.
De hecho, el éxito de Netflix-Facebook-Whatsapp-Candy Crush etc es que son actividades que no ofrecen resistencia porque no requieren nada de tir. No tienes que empujar: son ellas las que tiran.
El problema, claro está, es que todo lo que merece la pena en esta vida genera resistencia. Así que si tus transiciones son muy largas, es probable que no te estés dando tiempo para cuidarte mientras tomas un té y miras la puesta de sol, sino que la resistencia te esté ganando la partida y quitándote horas de acciones valiosas y orientadas a lo que te importa.
Los días mediocres
En 2010 saqué una plaza PIR: la oposición a formación especialista sanitaria (como el MIR de los médicos) con peor ratio. En mi año, había unas 27 personas por cada plaza. La saqué a la primera, entre otras cosas porque tenía buena puntuación de la carrera y me ayudó (hubo gente con mejor examen que el mío que se quedó fuera. Explico esto para que nadie piense que hice un examen mega-brillante; fue bueno, pero no espectacular).
Cuando pienso en mi época de estudio, me sorprende mucho pensar en lo brutalmente ineficiente que era. Me recuerdo paseándome por la biblioteca, leyendo revistas del corazón o sorbiendo chocolate de máquina mientras miraba al vacío con los ojos inyectados en sangre. Dejé materias enteras sin estudiar porque calculé mal el tiempo. Aprendí a pintarme las uñas con manicura francesa con tal de no estudiar.
Me abrí dos blogs.
Aun así, saqué la plaza. Y recuerdo que al final de aquel periodo aprendí una de las lecciones más importantes de mi vida: el éxito no está hecho de algunos días perfectos, sino de algunos días buenos y muchos (muchos) días mediocres.
Acumula los suficientes días mediocres de algo y podrás comerte el mundo.
Cómo acortar tus transiciones y pasar a la acción más a menudo
- Date cuenta de qué historias te trae tu mente entre acción y acción. Algunas de las más comunes:
- «Necesito descansar. Si descanso un poco, luego me cundirá más».
- «No tengo tiempo suficiente para X. Mejor esperar a tener un bloque de tiempo más largo y concentrarme mejor».
- «Hay algo más urgente que hacer (en la casa, en el trabajo…)».
- Examina tus historias para ver si hay otra verdad más importante. Las historias que te trae la mente son efectivas precisamente porque tienen razón… en parte.
- Quizá es verdad que te cundiría más si descansas. Pero puede que si descansas ahora, no hagas nada. O que el descanso no te aproveche porque estás en tensión pensando en lo que te queda por hacer.
- Es verdad que aprovecharías más con un bloque de tiempo más grande… pero, de nuevo: ¿y si mañana te pasa igual? ¿Y si no aprovechas tus bloques pequeños esperando ese SÚPER BLOQUE DE TIEMPO ENORME que nunca llega?
- Es cierto que tienes otras cosas que hacer y que quizá parezcan más urgentes. ¿Lo son de verdad? ¿Se muere alguien si friegas los platos más tarde? Al final de tu vida, ¿sentirás orgullo porque siempre recogiste la cocina nada más acabar de comer, o porque utilizaste ese tiempo para algo con más sentido?
- Con este nuevo conocimiento (la verdad que te cuenta tu mente y la nueva verdad que no te cuenta) decide: ¿quieres seguir procrastinando o pasar a la acción?).
- Si eliges pasar a la acción, busca una imagen mental para dejar tus historias a un lado. Puede ser ponerlas en un globo, o en una nube, o imaginar que flotan en un río y que tú puedes saltar por encima de ese río.
- Pasa a la acción ya. Recuerda este mantra: (casi) cualquier acción con sentido mediocre es mejor que una transición.
Si quieres aprender mejor cómo puedes hacer para dejar tus historias en un globo o similar, tengo un audio para ti. Puedes escucharlo aquí (y no hace falta que te suscribas ni nada, aunque si quieres hacerlo te doy la bienvenida aquí).
¡Espero que te sirva!
Y si te interesa este tema de pasar a la acción, tengo algo muy especial para ti a finales de este mes. ¡Ya te contaré!
Comenta y cuéntame (si te apetece): ¿qué historias te cuenta tu mente para justificar tus transiciones ineficientes?
PD: El libro del que he sacado la cita de la segunda imagen es La guerra del arte: rompe las barreras y vence tus batallas creativas internas, de Steven Pressfield. Si practicas cualquier tipo de arte, es un imprescindible.
Llevo unos 2 años siguiéndote y siempre has sido una de mis bloggers favoritas por el tremendo realismo que transmites en tus artículos, y este es el que me ha hecho comentar por primera vez porque no puedes tener (una vez más) más razón, en este caso con el tema de las transiciones ineficientes. Me afecta sobremanera.
No se me olvidará lo de que el éxito se compone de días buenos y días mediocres. Voy a esforzarme para añadir días mediocres al contador.
Un saludo.
Gracias, Alw4ys! Es más: creo que los días buenos ni siquiera hacen falta, y que con muchos días mediocres también se llega. Me gusta mucho la imagen de un contador al que puedes ir añadiendo esos días, confiando en que al final la suma te llevará a donde quieres ir. Abrazos,
Marina
Muy interesante este post, no sabía que esos espacios de tiempo tontos en los que te pasas decidiendo qué hacer se llaman transiciones. Pues en esas transiciones mi mente a veces se dedica a querer anticipar todas esas cosas que haré en las próximas horas de tiempo libre, a planificar el impacto que tendrá que haga una u otra cosa en la siguiente cosa pendiente. Conclusión: para cuando voy a hacer la primera cosa ya me he quedado sin tiempo para las posteriores…
Gracias por el post Marina, y una pregunta ¿dónde está el audio del que hablas? Me gustaría escucharte ?
Uh, se me ha ido la olla y no he incluido el enlace. Ahora mismo lo hago. ¡Gracias por comentar, Cristina!
Marina
Jajaj, «tiempo tonto» también es un buen nombre. Tienes toda la razón esn que a menudo el intento de planificar y encajar todo a la transición acaba haciendo que tengamos un horario estupendo en la cabeza… y ninguna acción real.
Me pasa todo eso exactamente qué describis para no pasar a la acción, estoy cansada, no voy a llegar con el tiempo q tengo, mejor me pongo a hacer algunas cosas de la casa en vez de pintar, dibujar o lo q sea q me gusta, total eso lo haré cuando tengas más tiempo de sobra. Y la verdad es que me sobra tiempo ahora y mucho. Gracias por la técnica de la nube o río, voy a empezar a utilizarla. Ya te contaré! Desde Argentina.
…mi mente no se cuenta historias: me levanto de la silla donde debería trabajar en serio, y giro por la casa y veo cosas que tengo que hacer: limpiar el suelo, fregar los platos, sacar la ropa … Debería en cambio acabar el trabajo y sólo después levantarme y hacer estas cosas muy más fáciles.
En realidad, si pienso bien, puede ser que me digo que me permito estas pausas come recompensa frecuente por un trabajo un poco ansiogeno (escribir un artículo literario,o un proyecto nuevo para la escuela); quizás estoy procrastinando…
Serena: es cuestión de que veas qué consecuencias a largo plazo tienen estas pausas. Quizá sí te va bien esa recompensa, quizá no. En mi caso, la historia «me lo merezco» a veces me sirve y otras es un obstáculo para cuidarme y avanzar a largo plazo, así que depende de tus circunstancias. Un abrazo!
Marina
y el audio? Gracias Mariina por tooodos tus escritos y ser una psicóloga diferente. Llevo harto tiempo suscrito a este blog. Un abrazo desde Chile
Ya está añadido, Jack! Gracias a ti por ser mi lector. Besotes,
Marina
Muchas gracias Marina. Muy útil, como siempre.
P.D: Corrige por favor la última palabra de tu PD que me salen sarpullidos
Graciasss
Jajaja gracias, Jose. Espero que me conozcas lo suficiente como para saber que ha sido un error tipográfico, no ortográfico (el que puso la m junto a la n en el teclado es el mismo que puso la b al lado de la v). ¡Abrazos!
Marina
Jaaaja es verdad!. Los ingenieros de teclados deberían darle una vueltecita al diseño. Hay una clara conspiración del teclado, el ratón y el túnel carpiano contra nosotros.
Me ha flipado el audio, he entrado en relajación y presencia total. Gracias
Gracias a ti por probarlo, María. Me encanta que hayas pasado a la acción y aprovechado el material que creo. Un abrazote.
Marina
EL uso del tiempo es algo que me ha interesado siempre mucho, y siempre me ha puesto «negra» escuchar a la gente diciendo que » no tienen tiempo» o están «muy ocupados». Mentira. Me encanta la idea de las transiciones…Estaré atenta
Marta: me encantan tus «comillas» españolas <3
Más allá de eso: a mí también me interesa mucho el tema del uso del tiempo. Es mucho más maleable de lo que pensamos, y es demasiado fácil creer que no tenemos margen cuando la realidad es que sí. Para mí lo de las transiciones ha sido también un descubrimiento, así que me alegro de que te interese.
Un abrazo y gracias por comentar,
Marina
Pues igual deberías escuchar cuando alguien te dice que no tiene tiempo. Ya he dejado mi comentario más abajo: estoy harta de que gente que no tiene NADA que hacer me diga a mí, que tengo un trabajo a jornada completa, más un medio trabajo, más deporte, voluntariado, estudiar asignaturas y tareas de gestión que me invento las cosas. Quizás podríais daros cuenta de que vuestro ombligo no es el centro del mundo y de que quizás el problema lo tienes tú, que haciendo muy poco no tienes tiempo cuando otra gente hace mil con 24 horas. A mí esto es lo que me pone «negra».
hola Marina gusto saludarte. buen tema muy a tono conmigo, soy top ten en dejar las cosas para mañana
pero tus consejos me vendran muy bien gracias un abrazo fuerte .y cariño para Alana. ya te dejo porque ire a hacer mi trabajo , chao
Gracias Marina por esta información, no había pensado en esas transiciones roba tiempo, realmente tengo muchas, son los pretextos excelentes para procrastinar, creo que debo identificarlas para trabajar bien con ellas… van a volar muchos globos 🙂
Hola, Marina!
Yo en esas transiciones solía pensar «Me voy a hacer una listita de las cosas que tengo que hacer». Era eficiente, sí, pero como cualquier máquina hecha por el ser humano, no lo era al 100%. De hecho a mí me salió una muy mala máquina. Acomodaba mis pendientes en los días de la semana, pero al final solamente hacía una o dos cosas de las propuestas, y no valía la pena para las horas que me tomaba acomodándolas. Con el tiempo he aprendido a manejar esas transiciones; ya no hago tantas listas, ya no me pongo excusas tipo lavar los platos o hacer un platillo de restaurante para la cena porque «me lo merezco». Aunque sí, a veces sí.
Algo que implemento ahora es que otras tareas pequeñas son las que uso como transiciones. Por ejemplo, si en un día tengo que escribir un ensayo y traducir X cantidad de versos, pero además debo regar las plantas y salir a hacer compras, intercalo las cuatro tareas, que son claramente de distinta índole. Así al final, entre la variación, ya sentí que me di una pausa. Escribo un buen rato y luego salgo a comprar, vuelvo y traduzco para después regar las plantas. Noté que el tener múltiples tareas por hacer puede ser ventajoso. Al dejarme una tarea pequeñita pendiente para después de una exhaustiva o complicada, me alivia muchísimo.Tampoco es todo perfecto, igual esta maquinita que me inventé me falla de repente, pero en definitiva es eficiente en un 80%, diría yo un 40% más que mi sistema anterior 🙂 (Y hablo como si de verdad estas cosas se pudieran medir).
Un saludo desde la Ciudad de México! Llevo leyéndote como un año y no me pierdo ninguno de tus posts.
-Oscar.
¡Gracias Marina. Me encanta leerte! Gran abrazo.
Este post me ha resonado por dentro. Yo soy el típico cliché de que echa tropecientasmilhoras en las transiciones. Me has inspirado un montón y tengo la esperanza de que pueda cambiar mis hábitos hacia otros más productivos. ¡Gracias, gracias!
Gracias Marina, justo estoy en medio de un trabajo final muy importante y este articulo me ha venido al pelo. Ademas, te felicito por el audio. Transmites mucha serenidad, y la idea de crear espacio o subirse al tren es simple y efectiva. Un saludo!
Gracias a ti, Blanca! A mí mis propios audios siempre me dan un poco de vergüenza, así que aprecio tu feedback. Un besote,
Marina
¿qué historias te cuenta tu mente para justificar tus transiciones ineficientes?
Si lo puedes hacer mañana para que vas ha hacerlo ahora. No es plan de sabotearte la faena que podrás hacer mañana, haciendola perfectamente y tranquilamente ahora. Y cuando mas tiempo libre, peor.
Saludos Marina
Gracias por compartir, Narcís. Mi mente también está todo el rato poniéndole tareas a la Marina del futuro. Abrazotes,
Marina
No encuentro el audio.
Gracias por compartirnos tu historia …..
De verdad…cuando la gente escribe blogs con consejos, sobre quién escribe? Qué vidas tenéis los demás? Facebook? Instagram? Yo trabajo 9 horas, hago dos deportes, he estudiado para pruebas oficiales, hago asignaturas sueltas y tengo otro medio trabajo. Cuando dijo que no tengo tiempo la gente me suelta lo mismo que aquí, «debes perder el tiempo procrastinando». Sí que vivís bien!!
Alucinada: sí que tienes tiempo. Lo que pasa es que lo tienes ocupado. Pero tiempo tienes. ¡Haces un montón de cosas! Si quieres hacer otras distintas, será cuestión de que priorices. Porque se puede hacer todo, pero no todo a la vez.
En cualquier caso, si el artículo no se aplica a ti, con leer otro blog estás al otro lado.
Saludos,
Marina
Marina: Mira, llevo toda la semana leyendo tu blog desde que te conocí a través del curso de Pau, y es la segunda vez que leo este post, que me resonó mucho, como dicen por aquí. Y leyendo los comentarios me he dicho «bueno, esto no lo podemos dejar así, vaya un último comentario, aunque el post sea antiguo… como digo, yo me he sentido muy identificada y totalmente culpable de todos los cargos, y estoy intentando trabajar en este sentido, aunque me cuesta.
En fin,decirte que me gusta como escribes y lo que escribes. Tengo bastantes historias mentales que me llevan frecuentemente a la depresión y, cuando por fin me había decidido a ir al psicólogo y psiquiatra, nos hemos encontrado en esta surrealista (pero, por desgracia, no inesperada) situación, y no puedo contar con tener un tratamiento a corto plazo.
Así que entre unas cosas y otras (sentirme un poco mejor, tu masterclass, la primavera y yo que sé) he optado por intentar hacer lo que esté en mi mano para mejorar por mi cuenta, una vez más, y leerte es muchas veces un soplo de aire fresco (con mis problemas, estoy hasta el moño de gurús que tienen la solución mágica y de mr wonderfuls, que lo único que consiguen es hacernos sentir mierdas por no ser capaces de querer las cosas con la suficiente intensidad, pero también estoy cansada de intentar modificar mis pensamientos, lidiar con mis distorsiones, sin conseguir sentirme mejor). Creo que la manera que tenéis de lidiar con la mente en la TAC me va a ser de mucha más ayuda.
Bueno y eso que..encantada de haberte conocido! ánimo en estos días inciertos y aprovecha lo que te puedan dar!
Gracias por comentar, Sara. Aunque sean posts antiguos, sigo leyendo los nuevos comentarios que aparecen. Respecto a buscar ayuda, ten en cuenta que muchos profesionales atienden online; si quieres a algún psicólogo ACT, puedo darte recomendaciones. Y entretanto, siempre es buena idea seguir aprendiendo tú, sobre todo si lo que vas leyendo sobre ACT te resuena.
Un abrazo!
Marina, hace poco descubrí tu blog y estoy encantadísima explorando y tratando de apropiarme de muchas de las ideas que propones.
Mi problema no es como tal con la procrastinación en sí, sino porque sufro de un afán por hacerlo todo perfecto, y esa es la historia típica que me lleva a crear (y a sufrir) muchas transiciones.
Entonces, si no puedo hacerlo todo tan bien como figura en mi mente, empiezo con un círculo vicioso de aplazar indefinidamente hasta que, en muchas ocasiones, decido abandonar proyectos o, mucho peor, se quedan en mi lista de ideas por realizar y nunca me animo a iniciarlos.
Hice un lindo resumen de este artículo para recordarlo y me dispongo a poner en práctica lo aprendido.
¡Mil gracias!