Hace unos días encontré esta frase en Twitter: “Sólo fracasas cuando dejas de intentarlo”. Algo en mí se rebeló al leerla. ¿No se puede fracasar? ¿No puede uno intentarlo con todas sus fuerzas y no conseguir el resultado que espera? ¿No puede ser el empeño en algo inútil mucho más peligroso que la aceptación de un fracaso?
Una de las modas más dañinas en ciertas corrientes de autoayuda y pseudopsicología barata es evitar a toda costa ciertas palabras, o maquillarlas para que asusten menos. No existe el miedo, no hay fracaso, no hay errores ni pérdidas. Sólo hay aprendizaje, segundas oportunidades, coraje e impulso, y sólo hay fotos de playas, gente vestida de blanco y clases de yoga. Eso suena falso porque todos conocemos el significado de las palabras malas y sabemos que la mente tiene tendencia a pronunciarlas todas, y esa censura digna de Un Mundo Feliz mental es agotadora.
Parte del trabajo para que tu mente no acabe con tu vida es establecer con ella una relación de confianza. La llevamos encima de los hombros todo el rato, ¿cómo podemos asustarnos si dice palabras feas? Si observamos a nuestra mente desde una posición de juego, del “mira lo que dice la absurda esta, charlando todo el rato de estupideces”, las palabras no tendrán más importancia que los insultos de un niño. Cuando el clima es cálido, todo vale, y cuando todo vale estamos llenos de coraje para intentar cosas nuevas.
Los significados que asociamos a las palabras pueden cambiar. Lo importante no es el contenido de nuestro pensamiento, sino la función que cumple en nuestra vida, y eso es bueno, porque no es necesario cambiar lo que tenemos dentro de la mente; basta con convertirlo en la señal para una acción positiva. Fracaso puede estar lleno de pena, de ataque al propio ego y de desesperanza, o sencillamente marcar un nuevo comienzo: desechar una idea que no sirve y comenzar de nuevo.
Inténtalo. Pronuncia varias veces la palabra fracaso. “He fracasado en mi proyecto”. “Mi última relación fue un fracaso”. Asociarlo a una disminución de tu valor personal es una elección, no una obligación. A mí se me llena la boca al decir fracaso. Me imagino abandonando de una vez las necesidad de disculparme y de explicarme todo el rato. Me imagino las copas de cristal que mi ego mantiene cuidadosamente en equilibrio cayendo con estrépito, y a mí aceptando contenta la posibilidad de comenzar algo completamente distinto.
Puedes fracasar. Puedes dejar de intentarlo. Puedes intentar algo nuevo. Puedes arrepentirte, equivocarte, herir. Puedes tener miedo con todas las letras. Puedes odiar a tus padres, amar a quien no debes, pensar en la muerte. Incluso puedes estar loco durante un rato. No pasa nada por llamar a las cosas por su nombre. Es la naturaleza voluble de tu mente. Permite que juegue, sonríe un rato y deja que las palabras duras te hagan despertar.
[Imagen: AJPS44]
[La desliteralización del lenguaje es un concepto de la Terapia de Aceptación y Compromiso. Puedes aprender más sobre el tema aquí. Este manual es una buena fuente para aprender sobre ACT, aunque quizá la parte de la teoría quede algo espesa]
Muy interesante Marina… y estoy totalmente de acuerdo contigo…Creo que es importante tanto aceptar las palabras, como las emociones, será muy difícil conectar con nosotros mismos si no aceptamos las emociones que vivimos, sean buenas o malas. Pero parece que en los últimos tiempos decir «Tengo miedo» es algo horrible. Pues no, tengo miedo vale, lo aceptamos, y lo siguiente será pensar que hago con ese miedo… Pero no, como dices tu ahora todo se maquilla…Me ha encantado la forma en que lo has descrito «Sólo hay aprendizaje, segundas oportunidades, coraje e impulso, y sólo hay fotos de playas, gente vestida de blanco y clases de yoga». Besicos y ánimo que ya solo te quedan 28 días…
Totalmente de acuerdo en lo de la autoayuda hipermegahappy de gente vestida de blanco inmaculado.
Cuando estaba leyendo, sobre todo ya llegando al final, me he imaginado a alguien gritando todo esto al vacío (¡Sí, he fracasado, qué pasa!) en plan desahogo para limpiarse por dentro para volver a empezar.
Gracias por este post Marina. Desde luego es preferible fracasar a ceder ante el miedo al fracaso.
Me gustaría hacer una modesta anotación sobre lo que comentas acerca de la importancia del contenido del pensamiento en comparación con su función en nuestra vida, para mí lo primero sí importa. Cuando he plasmado sobre el papel lo que pasaba por mi cabeza he descubierto la maldad y el daño de algunos pensamientos nada objetivos. Cambiar ese contenido por otro más cercano a mi propia realidad es sano.
Desde mi expereiencia nuestras emociones «no engañan». Son desencadenadas por los pensamientos y estos se pueden cambiar cuando nos hieren sin necesidad.
De todas formas mi anotación es una cuestión de enfoque, y mirando hacia el fracaso estoy contigo. El miedo es natural, la equivocación, el dolor, la envidia, ect. también. Eso sí que no puedo borrarlo pero sí saber reconocerlo para abordarlo y despejar el camino hacia mi propósito.
¿Quién puede definir el fracaso?. Conozco varias personas que se han dado cuenta de que la carrera que habían elegido no era lo suyo, han cambiado otra y ahora son felices con su profesión. Por el contrario otros se han empeñado en seguir (ej. yo), y han tenido, como en mi caso, un trabajo para toda la vida laboral que ha sido un calvario. Creo que cuanto antes se dé uno cuenta de que lo que intenta no es lo suyo, por falta de fuerza, de valor, o de ganas, es mucho mejor. Pero hacerlo sin dramatismo. A menudo elegimos cosas cuando nuestra mente no está preparada para ello, y como dice el refrán: «De sabios es rectificar».
Con lo que no estoy de acuerdo (a lo mejor no lo he entendido bien), es que el pensamiento no importa. Yo creo, y además he tenido muchas experiencias de ello, en que es importante cambiar el pensamiento, porque si nola acción no te saldrá de dentro con amor, será una cosa fingida. Yo estuve durante meses cuidando a un familiar de mi marido al que no apreciaba precisamente, y aunque hice todo lo que pude, cada vez que iba a verle salía de la visita «endemoniada» por dentro. En cambio, con mi madre he hecho un gran trabajo interior para quererla y aceptarla como es, y ahora lo que hago por ella lo hago con gusto y cariño (no siempre, mi madre es muy difícil) y los progresos que hacemos las dos en nuestra relación me llenan de alegría.¿Como se consigue ese cambio interior? Meditando, meditando y meditando. Yo no conozco otra forma. He estado en varios grupos católicos con gente estupenda pero no conseguía avanzar nada, y ahora unas veces mas y otras menos, lo voy consiguiendo. Besos Pitu, y perdón por el rollo que he soltado.
Se nos ha enseñado que el error, el fracaso es lo peor, que eso no se puede tolerar. Vivimos en una sociedad de error y acierto. Si aciertas, hay premio, si fracasa, hay castigo. Eso es lo que nos han enseñado. Pero bueno, eso fue pasado y ahora como adultos y para la generación que viene tenemos que enseñar que errando podemos aprender, a ser más fuertes, y a sacar toda la energía que teníamos escondida por miedo a equivocarnos. Si nos equivocamos, aprendemos y seremos cada día mejores. Yo también me equivoco y aprendo mucho cada día. Besos!
Lo digo muy a menudo. El fracaso ha formado, forma y formará parte de nuestras vidas. Pero lejos de atribuirle el significado tan peyorativo (que lo tiene) puede ser algo constructivo más que destructivo. Jode igual, pero sinceramente, me joden más las historias de «superación» donde no hay lugar para el fracaso. Ni es sincero, ni me imagino peor trampa para los demás. No inspira, y sí, así cada vez estamos más cerca de una sociedad distópica, paradójicamente con tanto rollo de autoayuda «supérate a ti mismo».
De eso más o menos me quejé aquí http://tuhablaqueyoteescucho.blogspot.com.es/2013/05/la-trampa-de-la-integracion.html
Se nota que me quema mucho el tema? xD
Yo quería puntualizar entre el fracaso por haberlo intentado y no haberlo podido lograr, y el fracaso por no ser capaz de lograrlo, aún teniendo los recursos para hacerlo, pero por falta de constancia, organización y motivación no lo consigues… Ese fracaso es el que nos lleva a la frustración y ha sentirlo como verdadero fracaso, cuando curiosamente sería el más sencillo de cambiar…
Un beso
Silvia
De acuerdo con la puntualización de Silvia, la culpa y el remordimiento pueden ser un lastre tremendo además. Me gusta este post Marina, pienso que es muy importante que la gente aprenda a digerir el fracaso y que se permitan fracasar, ignorar y seguir adelante sin aceptar lo malo me parece como ir corriendo hacia adelante medio ciego
Vas muy bien Mopi, ánimo con el psicoreto.
Me ha ayudado mucho Marina, hasta hace cinco minutos tenía un serio problema con la palabra fracaso.
Me pregunto si la sensación de fracaso también puede darse, cuando no te has esforzado «lo suficiente» para alcanzar la meta…
¿Cómo sabes hasta que punto es suficiente?
Gracias. Nunca me ha convencido esa corriente fundada por un hombre mágico del país feliz de la casa de gominola de la calle de la Piruleta, y quería creer que no era simplemente porque soy una pesimista.
En esta vida hay cosas buenas y cosas malas; ignorar estas es ignorar la mitad de la vida. Intento tener eso en mente para darle a lo malo la importancia que merece (la justa, ojo, aunque yo a veces me paso de perfeccionista) y aprender.
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