La razón por la que lo dejé con Pablo es que yo quería tener hijos y él no: después de años declarando orgullosa que mi útero moriría intacto, me pasó lo que todo el mundo me dijo que pasaría y me entró una inesperada ráfaga de instinto maternal. Y la razón por la que volvimos hace ya casi dos meses es que él ha cambiado de opinión.
La gente ve mi cambio de opinión como algo muy normal que estaba destinado a ocurrir, y su cambio de opinión como algo de lo que debería preocuparme. Lo hace por presión, por no perderme; seguro que cuando nazca nuestro hijo él lo devorará al estilo Saturno.
Esto asume una visión muy lineal de las decisiones: un proceso en el que hay un resultado correcto y otro incorrecto, y lo que tienes que hacer tú es acertar: hacer coincidir la conclusión de tu mente con el destino que está escrito por ahí, en alguna piedra antigua y misteriosa, y llevar esa vida que estabas destinada a llevar.
¿Y si no fuera así? ¿Y si el proceso de tomar decisiones no tuviera nada que ver con acertar? Al fin y al cabo, es imposible saber que has acertado cuando no tienes forma de comparar el resultado final con la alternativa. No es como si Pablo y yo pudiéramos tener hijos en un universo y corretear por ahí libres como el viento en otro. Elijamos lo que elijamos, se convertirá en nuestro único camino posible; la vida, como dice Milan Kundera en La insoportable levedad del ser, es un borrador sin cuadro
Tomamos decisiones porque pensamos que sabemos lo que nos hará felices; y, como dije el otro día, en realidad se nos da fatal. Así que probablemente el primer paso para tomar buenas decisiones es abandonar la expectativa de que vamos a acertar y asumir que estamos emprendiendo una tarea imposible.
¿Cómo abordar una tarea imposible?
Plantéate que quizá tu vida actual se parece mucho más de lo que creías a lo que en realidad deseas. Porque si asumimos que he ido tomando decisiones con un propósito en mente, y que no lo he hecho delirando o bajo los efectos de la droga, entonces tiene sentido que esté aquí en Granada, tranquilita en mi brasero, y no haciendo el doctorado en Harvard o viajando sola en una isla del Pacífico. Esto me permite encajar mis decisiones en la vida que ya llevo, en lugar de pasar el rato imaginando escenarios fantásticos y novedosos en los que quizá el resultado me perjudique. ¿Para qué plantearme si un hijo me impedirá viajar, si podría haber viajado todos estos años y no lo he hecho?
Resulta tentador pensar que hay una vida fantástica esperándote a la vuelta de la esquina, y que requiere grandes cambios, y que tú no quieres vivirla porque tienes miedo. Pero he aquí lo que sé de los grandes cambios. Tengo dos amigos que hace unos años lo abandonaron todo para viajar por el mundo: vendieron su casa, sus muebles, dejaron sus trabajos. El pack completo. Años después, se han comprado no una, sino tres casas en el país donde quieren residir. Se preguntan cómo ganar dinero, reforman las casas que han comprado y tratan de hacer amigos.
Lo que sé de los grandes cambios es que tener más experiencias no es la respuesta definitiva, porque la realidad te está esperando cuando vuelves. Por otra parte, ¿quién quiere la respuesta definitiva? Es mucho más divertido buscar respuestas cada día. Lo importante no son las grandes decisiones, que se toman una sola vez, sino las pequeñas: las que requieren que des un paso atrás, en medio de la incertidumbre de la vida, y trates de inyectarle al siguiente momento el máximo sentido posible.
Que no te pase como al burro. Hay una historia de un burro que tenía un cubo de agua a la derecha y uno de paja a la izquierda; incapaz de decidir en qué dirección ir, se murió de hambre y de sed. «Pero, burro –le habría dicho cualquiera con un mínimo sentido de la lógica–, puedes beber primero y comer después. O a la inversa».
Si tienes esa molesta sensación de que quieres hacerlo TODO y el tiempo no te da, piensa en el burro. Porque decir que tenemos que vivir cada momento de la vida como si fuera el último y tal suena muy bien, pero la realidad estadística es que si estás leyendo esto, es muy posible que llegues a los ochenta. Yo vivo mi vida como si fuera a llegar a los ochenta: hago pesas, y como bien, y no bebo alcohol, y ejercito mi cerebro, y tengo paciencia porque sé que no pasa absolutamente nada si no estoy viviendo al límite cada instante de mi existencia. Es muy probable que de aquí a veinte años, cuando Pablo y yo hayamos criado a los churumbeles y pateado su culo mayor de edad fuera de nuestra casa, aún tenga una salud decente y pueda viajar y escribir y quizá escalar octavo grado.
Por supuesto, puede que no. Puede que palme en breve, en medio de una tormenta de pañales y noches de insomnio, y me pregunte si no habría sido mejor pasar los últimos años de mi vida en una hamaca en el caribe, con un Kindle entre las manos. Pero ya he dicho que no se puede acertar tomando decisiones. Abandona la idea ya: te irá mejor. Todos estamos haciendo apuestas, así que quizá apostar por lo que tiene mayores probabilidades no sea mala idea. Quizá hacer planeas a largo plazo no sea una mala idea.
Por último: imagina que no estás decidiendo. En lugar de eso, estás en esta fantástica tienda de puzles y juegos que hay cerca de mi casa, aquí en Granada. Y lo que estás haciendo es seleccionar un rompecabezas para resolverlo. Yo no tengo ninguna necesidad de tener un hijo ahora: no me va a traer más que quebraderos de cabeza. Estoy fantásticamente bien, sana y tranquila en mi piso alquilado, con mucho que leer, suficientes clientes y hobbies entretenidos.
Pero es que quizá mi vida no va de eso. Quizá mi vida va de haber resuelto, más o menos, el puzle de mi vocación, y el de mi negocio online tal y como está ahora, y el de mi pareja, y ahora elegir otro. Porque es interesante. Porque es un desafío. Y porque aunque parezca estúpido pasar horas y horas volviendo a colocar en su sitio algo que tú misma has desordenado, quizá sea la mejor manera que se te ha ocurrido de pasar una tarde.
Felicidades, esto si que es un gran reto, yo me pego la vida arrepintiéndome de haber tenido un hijo y absolutamente enamorada del adolescente con el que vivo y que no estaría aquí sin esa decisión. Un lío sin solución. Solo se elige disfrutar cada día.
Eres inspiración sin esperarla muchas veces…
Y tab cierta y humana, me he pasado los últimos tres años ahogandome en un vaso que contenía dos «grandes» decisiones y hasta que no me enfoque en las pequeñas no conseguí darme cuenta de que hacía pie desde un principio.
Gracias por seguir compartiendo y me alegro infinito por los dos.
Se les ve felices.
C.
Marina, me alegro. Me alegra que aquí y ahora seas feliz con lo que te va dando el momento. Y si en ese aquí y ahora está Pablo, y esto te hace inmensamente feliz, es perfecto así.
Yo tengo hijos, pero mi postura antes de ellos era más coincidente con la de Pablo. ¿Y qué pienso ahora? No te niego que se reniega de ellos a veces, que se sigue escuchando la vocecilla con la pregunta de ‘¿y si no los hubiera tenido?’ y la afirmación de ‘seguro que estaría mejor y mi vida sería más tranquila’.
Pero también te confieso que lo veo muy, muy cercano a un tema que te toca de cerca: escalar. ¿Por qué escalas? Me temo que tiene que ver con el afán humano de amar los retos, de necesitar la superación, de saberse capaz de lo más difícil. Y eso es criar hijos. Una escalada dificilísima, continua, donde cada etapa que consigues hacer bien te da una gran satisfacción. Donde un problema es un reto que te va a exigir lo máximo, pero como alguna vez he leído que decís: aprieta, bicho. Y es un apretar continuamente, así que adelante.
Y si Pablo no entiende esto, es que no es un escalador comprometido! 🙂 Es broma.
Un abrazo a ambos.
Se te ve bien, Marina; en la cresta de la ola, desde donde todo parece maravilloso, o al menos llevadero.. Y lo es, aunque te caigas de la tabla y te tengas que volver a subir, y el sol no brille una temporada…
Lo de tener hijos… yo lo veo como una exploración de otra dimensión propia (que no común). Nada está bajo control, todo es nuevo, aunque repitas es diferente, y nada es imposible. Los tíos me dan pena por todas las sensaciones que se pierden, en serio… (parto incluido!!)
Con hijos se puede hacer prácticamente lo mismo, desde mi punto de vista…Yo renuncié a mucho de mi tiempo, pero porque hasta ahora he asumido la mayor parte de la «dedicación». Pero, ¿a viajar? para nada !!! Los niños son los reyes de la adaptación !! Hay mucha tontería, mucho miedo y mucha necesidad superflua al respecto de los hijos….
Mucho ánimo para tus decisiones en las que también puede que aciertes !!!
Me encanta la reflexión.
Tenemos tantas posibilidades que a veces es demasiado difícil elegir, pero la verdad es que hagamos lo que hagamos estaremos dejando de hacer un montón de otras cosas.
Hay quien dice que si quieres crecer tienes que elegir siempre la opción que te de más miedo.
En fin, a elegir algo que nos apetezca, y a disfrutarlo.
abrazos
Gracias por el post Marina. Me siento tan identificada. Yo me encuentro en un momento de tomar decisiones vitales. Vivo en otro país y me planteo volver a España porque también me gustaría tener un hijo y no me veo teniendolo en el extranjero con mi pareja extranjera que no quiere venir a vivir a España. Tener un hijo allí con el me ataría definitivamente a ese país pero yo siempre he pensado en volver algún día y ahora con 37 años y la presión del reloj biológico se me hace más presente. Por otro lado allí es más facil trabajar y tenr hijos. Cuando vuelva a España tengo que volver a empezar a buscar trabajo, pareja..puede que me salga bien o puede que a los 6 meses me arrepienta de haberme mudado aunque siempre puedo volver. En fin que ahora me siento como el burro ese mirando los dos cubos..
Enhorabuena Marina. Creo que el kit de la cuestión de quienes no nos cuesta tomar decisiones en exceso, es que juegas las cartas que tienes en ese momento y ya está. Y no eres de arrepentirte precisamente porque no eres adivino, «de sabidas son buenas las cosas». Además, probablemente el resultado será diferente al imaginado, mejor? peor?, quién sabe. Hay que decidir teniendo presente lo que el corazón te dice y ya está, y no sólo en el plano sentimental, el corazón siempre sabe y hay que confiar en él. Lo dice una persona mental que sabe confiar.
Me ha encantado el post!!!
A medida que iba leyendo el artículo se alineaba conmigo cada vez más.
Qué razón tienes en que a lo mejor no necesitamos encontrar la vida deseada, sino que mas bien debamos estar en el ahora, y vivir la vida con elección o sin elección.
Al final nada depende de nosotros. Es imposible que controlemos la vida. Si lo conseguimos en realidad es pura coincidencia y un simple espejismo.
Me encanta leerte.
Quizá el secreto de la vida no sea más que la incertidumbre: Quizá.
Bravo! (y esa mania que tenemos en «controlar»)
Estoy de acuerdo (al menos hoy): la incertidumbre es la reina de la vida y está bien así
«Resulta tentador pensar que hay una vida fantástica esperándote a la vuelta de la esquina, y que requiere grandes cambios, y que tú no quieres vivirla porque tienes miedo.»
¡Muy interesante esta frase, y muchas otras más! Supongo que sí, que hay que desconfiar un poco de este tipo de creencias, porque no ayudan a valorar lo que ya tenemos. Sin embargo, sí que he oído un montón de historias de gente que después de hacer un gran cambio comenzaron a dirigirse en la dirección que siempre les había interesado, pero que no se habían atrevido a tomar.
¡Gracias por el post, me ha encantado! Y me alegro mucho de que hayáis vuelto Pablo y tú 🙂
Me alegro muchísimo por los dos. Se os ve muy felices. ¡A por ello!! Mucha suerte en esta nueva etapa. Besos.
Me encantaba esa tienda entre la Trinidad y la calle Silencio donde al pasar siempre gritaba (será la rebeldía de los 20 o la tontería postadolescente). Últimamente pienso mucho en tomar decisiones, la disonancia «post» y qué hago con mi vida. Pero cada vez estoy más convencido que estoy viviendo lo que realmente quería. Quizá no sea real y sólo producto de mis mecanismos para reducirla y autoconvencerme pero mientras tanto ¡cómo lo estoy disfrutando!. De nuevo, genial.
Un abrazo y me alegro por lo de Pablo.
Me encanta lo de gritar en la calle Silencio. Y luego podrías quedarte tranquilo en la calle Niños Luchando xD
Un abrazo, hermoso, me alegro de verte por aquí.
Sí consigues conocer tu «sombra» interior cualquier decisión que tomes será buena.
Hay que pensar en el futuro, pero no rumiarlo.
¡Me ha gustado mucho esta entrada también! 😀
La baja tolerancia a la incertidumbre dicen, creo recordar, que es uno de los factores que tienen en común la mayoría de los trastornos psicológicos, según la perspectiva transdiagnóstica.
Es curioso como al final tenemos todos los mismos problemas. En el último año mi pareja y yo lo hemos dejado y hemos vuelto 4 veces porque yo quiero tener hijos y ella no. Es una de las cosas que más quebraderos de cabeza me ha dado últimamente. Tenemos la vida ya montada, llevamos casi 7 años de relación, vivimos juntos… en fin, todo eso. A mí al principio me daba igual lo de tener hijos peeeero… con el tiempo me ha pasado lo mismo que a ti.
Últimamente he reflexionado bastante sobre la vida y sobre cosas que aparecen en esta entrada.Hace poco he visto morir a dos personas cercanas a mí, las dos se iban a jubilar pronto. Una de ellas está todavía hospitalizada, pero va a morir seguro, así que… El sábado pasado estaba perfectamente. Yo también quiero vivir pensando que voy a vivir muchos años, aunque también intento que lo que hago a diario me llene.
Aunque no busco grandes experiencias. En mi caso, que no tiene que ser necesariamente el del resto, me he dado cuenta de que hay cosas en el día a día tan buenas como esas otras que podemos imaginar, y que además, con pequeños cambios, podemos mejorar. ¿Qué puedo hacer todos los días? Tal vez algo tan sencillo como escuchar música. ¿Orientar nuestros actos en función de nuestros valores a diario? ¿Elegir experiencias que provoquen flujo?¿Ayudar a los demás?
Me gusta la idea de pensar que no vamos a acertar al tomar decisiones. Simplemente decidimos (y no tenemos forma de saber si hemos acertado). Nuestro profesor de psicología social solía hablarnos sobre la alternativa ideal y perfecta que imaginamos a veces y nos estropea el presente. Los cambios drásticos pueden alterar mucho nuestra vida para bien o para mal, pero los cambios pequeños muchos de ellos los podemos hacer y deshacer y pueden ayudar mucho a mejorar. Si uno lo tiene claro bien, sino puede utilizar esas pequeñas alteraciones para mejorar el presente. Como siempre un placer leerte.
Un abrazoo ; )
Héctor
Me ha encantado tu post, Marina…a mis 47 estoy viviendo la etapa mas dura de mi vida, y me levanto todos los dias deseando «reconocer y abrazar la nueva oportunidad que me da la vida»…y, sabes qué? que cada dia me doy cuenta de que la vida es lo que te pasa mientras estas ocupada planeando el futuro (la frase no es mia, es de John Lennon…) y eso es lo que pasa con «la vuelta de la esquina». Y mientras corres para llegar a la esquina, qué pasa con lo que te va ocurriendo en el camino? Que ni te lo comes ni te lo bebes y siempre ME siento insatisfecha, perdida, maltratada…
Tener a mi hija Paula ha sido la mejor decision de mi vida, aunque a veces piense que, sin ella, no me habrian ocurrido los ultimos acontecimientos que lo han puesto todo patas arriba…aun asi, no la cambio por nada, porque ella es mi gran maestra…asi que, adelante, con mente abierta y dispuesta a aprender de verdad! Un beso ?
Por cierto, una idea más a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones: la psicología. Es una versión de lo que comentabas en la entrada anterior sobre preguntar a los demás. No solamente preguntar sobre qué les hace felices, sino observarles… y en el caso de la psicología mucha de esa información la tenemos gracias a estudios. ¿Qué puede hacerme feliz? (Psicología positiva) Seguramente lo mismo que a la mayoría, pasándolo por el filtro de mis valores y mis gustos y quitando el ruido en parte de mis fantasías influidas por el entorno y la cultura en la medida que pueda. Es lo que intento hacer yo más o menos.
He observado por ejemplo que hay trabajos peligrosos y penosos que seguramente le gustan a la gente por la influencia de la cultura. Comer de forma adecuada, dormir bien, hacer ejercicio, reducir el neuroticismo, evitar perfeccionismos, aceptar y tratar bien a los demás o marcarnos retos y tareas en función de nuestros valores (a poder ser continuadas en el tiempo). Esas son cosas que parecen funcionar. La psicología positiva trata de eso, muchos son aspectos que se utilizan también en terapia o en prevención del riesgo psicosocial. Eso sí, sin pretender ser feliz, aceptando la realidad y las emociones que estén ahí en cada momento y siguiendo ciertas estrategias como introducir novedad… etc
¿Psicología positiva para tomar mejores decisiones? O prevención de riesgos… al escoger un trabajo. ¿Qué trabajo me gustará más en función de mis características? ¿El que tiene una carga de trabajo enorme? Aunque es también complicado sin haber hecho en el trabajo muchas veces. Dan Ariely recomendaba al tomar decisiones que hiciéramos pruebas. Por ejemplo, para tener hijos pedir que nos dejen los niños unos amigos, para ver si nos gustaría una zona para vivir hacer el viaje varios días y pasar una noche en un hotel si hay…
En fin, no creo que exista una solución fácil ni definitiva sino solamente incertidumbre…
Abrazos 🙂
Brutal, Marina 😀
No sé si es que me ha pillado justo en el momento perfecto para leerlo o qué, pero me ha encantado. Lo he leído en voz alta y hasta se me ha roto un poco la voz de emocionarme 🙂
Que idea tan simple pero a la vez tan oculta en nuestras mentes.
Y felicidades por tu retorno a la vida marital!
Próximamente: «Escalando y con el niño a cuestas». En los mejores cines. 😛
Un besote!
Jajajaj sí, va a ser un éxito de público y crítica 😉 Gracias por comentar, Lau.
Bien por ti Marina y desde ya muchos éxitos como pareja…me dejo pensando lo del burro, pues los seres humanos tenemos esa característica de querer controlar todo (hasta yo quiero hacerlo todo y no hago nada XD).
Me ha gustado mucho el post, como siempre, gracias por publicarlo. Y Marina, me alegro mucho por vosotros, os deseo lo mejor para los tres…o cuatro 😉
Bien por vosotros. No es fácil bregar con la incertidumbre… a lo mejor bastaría con dejarse llevar.. yo aun no encontré la manera, confío que haya tiempo para aprenderlo 🙂
Brillante.
Muchas gracias.
Hola Marina.
Me alegra que hayas vuelto con tu argentino si es lo que los dos queréis. 😉
A mí me pasó un poco al revés que a ti, pero antes de meterme en tema quiero decir que me ha encantado el mensaje de tu post de hoy que para mí trasciende el tema de si tener hijos o no porque esa es una decisión personal como pocas. Lo que quiero decir es que me encanta eso de «asume que no vas a acertar» porque tienes toda la razón. De hecho casi nunca acertamos, pero como también se suele decir: no pienses en el resultado, disfruta del camino que te conduce hacia él. Si soy sincera tengo que confesar que cuando leí que ahora querías tener hijos pensé «se me cayó un ídolo» (una frase muy argentina que no sé si se aplica en España xD ) pero mira, que aplaudo tu decisión de cambiar de parecer, porque también hay que ser muy valiente para hacerlo y decirlo en voz alta. Así que olé.
En mi caso (hoy estoy de confesiones) yo tenía mi vida muy planificada desde pequeña… tanto que pensaba echarme novio a los 19, casarme a los 20 años y tener mi primer hijo a los 21 (eso pensaba a los 12 años, claro). Lo cierto es que ya tengo 40 y nunca he sentido la llamada de la maternidad. Me han dicho de todo: que me voy a arrepentir, que voy a cambiar de parecer y todas las maravillas que dice mucha gente sobre tener hijos. Pero lo cierto es que nunca he deseado un hijo, y no creo que lo desee ya. Desde hace ya unos años tomé la decisión de no tenerlos. Desde luego es una decisión difícil y puede que no acierte, pero soy feliz así. Supongo que de eso se trata.
Y bueno, debo ser la única que no te dice «Qué bieeeeeeeeen», pero aplaudo cada palabra, porque me encanta la manera en que te comunicas y lo transparente que eres. Un achuchón enorme para Kalimera y Minerva, me alegra mucho tengan a sus papis juntos otra vez. Un abrazo.
Yo tuve la llamada de la maternidad hace años y me di cuenta de que lo que quería era un bebé achuchable, pero ni hablar de educar un ser humano hasta su adultez y más allá.
Coincido con Florencia en que me han dicho de todo y nada bueno sobre esta decisión. Y si ya cuesta tomar decisiones uno consigo mismo, ni te cuento cuando abres los oídos a lo que dicen los demás. Así que mejor cerrar las orejas y confiar en los pequeños empujones diarios del propio instinto
«La vida se compone de las decisiones que tomamos»…o algo asi 😉
Excelente Marina!
Tengo una bebé de 8 meses y aun no caigo de que esa personita se unió a mi vida de manera permanente, pero te aseguro que no te arrepentirás ni un segundo de las noches en vela, de los pañales, de los llantos desconsolados, todo te es devuelto con intereses en amor…
Mantenerte en tu decisión fue la mejor decisión.
Muy buen post
Un abrazo
Gran post, Mariana.
La vida, como dice Milan Kundera en La insoportable levedad del ser, es un borrador sin cuadro.
Podemos tomar el SER, como una noción de nosotros mismos identificados como sujetos protagonistas de nuestra propia vida.
y entenderla como una composición lograda de nuestra conciencia, la cual obra como constructora del yo pensante.
Como así también al reflejo cambiante de la imagen de nosotros mismos proyectada por los demás.
Adquirir un cierto grado de conciencia, nos permite colocarnos en posición de observadores.
Haciendo una aproximación a nuestro propio SER, sin dejar de lado, el contexto y el grado de herramientas que poseemos, al momento de enunciar un versión propia y auténtica de nosotros mismos.
Observar nuestra vida, teniendo en cuenta factores determinantes, como lo son nuestras experiencias a lo largo del tiempo, de nuestro entorno en cada etapa vivida y de las relaciones orbitales y periféricas construidas y sostenidas.
Tratando de no juzgar nuestras decisiones u omisiones sobre la base de principios adquiridos y tomados como verdades absolutas.
Deja mucha tela para cortar y reflexionar al respecto.
Saludos.
¡Qué cierto! Aquí alguien que está asumiendo un fracaso vital, aunque mucho más reversible que tener un hijo (aunque siempre puedes donarlo a la ciencia si te cansas, como me decía mi ex). Hace unos meses me mudé a un pueblo y de momento no está resultando lo que esperaba. La parte buena es que he aceptado por completo que la he cagado, así que en vez de quejarme amargamente, estoy intentando darle una oportunidad, porque también tiene cosas buenas. O al menos así quiero creerlo.