Esta tarde estaba esperando el metro y reflexionando sobre este post. Me preguntaba si merece la pena invertir esfuerzo en despegar los ojos de la pantalla del móvil. Quizá son prejuicios. Internet es interesante. Quizá es mejor consumir información, contestar mensajes y retuitear enlaces que limitarse a soñar despierto mientras esperas a que llegue el ascensor o tu parada de metro
Entonces he mirado al andén de enfrente. Había una chica en un banco leyendo un libro. Llevaba un jersey rosa, el pelo moreno recogido en una cola baja y gafas redondas; tendría unos treinta y tantos años y había algo en ella un poco anticuado, casi monjil. Desde donde yo estaba podía ver que sonreía. Pasaba las páginas con el dedo y sonreía cada vez más. Entonces ha empezado a reírse. ¿Alguna vez un libro os ha hecho mucha, mucha gracia en un lugar público? Intentas disimular, sueltas carcajadas silenciosas y te entran ganas de contárselo a alguien, aunque sepas perfectamente que a la gente de tu alrededor le importa un carajo. La chica se reía cada vez más, mientras a mi me entraban ganas de cruzar a su andén para mirar el título del libro. Era imposible no reírse con ella.
Así que he pensado: por esto. Por no perderse momentos como éste. Quizá esa única razón basta para desengancharse de los smartphones.
Hay otras, por supuesto. Mirar el móvil en mitad de una tarea dificulta que alcancemos un estado de concentración óptimo y nos vuelve menos productivos. Hacerlo mientras alguien nos habla nos vuelve menos capaces de escuchar y es de bastante mala educación. Si nuestras mentes parlanchinas ya tienen pocas posibilidades de conectar de forma profunda con los demás y con el entorno, los móviles de última generación nos colocan a años luz de vivir de forma consciente.
Sobre todo, el mensaje fundamental de la móvil-dependencia es éste: en cualquier lugar menos aquí. Vamos a darle a la mente material para masticar, refuerzos en forma de aprobación social que produzcan pequeñas descargas de dopamina. Todo con tal de no enfrentarnos a la inactividad, al aburrimiento y a la nada.
Las notificaciones de las redes sociales, el correo electrónico, twitter y, en general, vagar de forma aleatoria por Internet, implican una forma perversa de recompensa: un programa de intervalo variable. Esto quiere decir que en ocasiones obtenemos la recompensa que esperamos: el estímulo para nuestras neuronas, la palmadita en la espalda de los lectores o comprobar que hemos ganado seguidores en twitter. El problema es que no sabemos cuándo aparecerá el siguiente reforzador, y aunque no depende del número de veces que lo comprobemos, tenderemos a hacerlo de forma compulsiva hasta recibir nuestra ración.
Me declaro muy culpable de la comprobación constante del móvil, así que sobre todo escribo este artículo para mí. No me gusta la yo que soy cuando miro el móvil cada cinco minutos. No me gusta el estado distraído y cansado en que entra mi mente cuando revisa una y otra vez todas las redes sociales. En cualquier lugar menos aquí; y,en realidad, no hay ningún otro lugar que no sea éste.
Comprobar el móvil es un hábito que se adquiere como cualquier otro: conectamos ciertas claves contextuales con ciertos gestos y obtenemos un refuerzo de cuando en cuando. Al final ese hábito no tiene ninguna finalidad. Es un impulso automático que interrumpe nuestras rutinas y nos separa de lo que significa ser un humano presente en la realidad cotidiana: el traqueteo del metro, la espera en el bar mientras nuestro amigo va al baño, la cola de unos probadores. ¿Tan espantosa es esa realidad como para eludirla de manera sistemática?
Por otra parte, no tiene mucho sentido criticar un hábito si no podemos sugerir una alternativa mejor. Además, está comprobado que es más sencillo reemplazar un hábito por otro que intentar únicamente interrumpirlo. Por eso, he aquí dieciséis cosas que podemos hacer en lugar de mirar nuestro móvil. La idea es reemplazar lo que nos proporciona el gesto compulsivo de comprobación (alivio, recompensa, placer) con acciones más útiles y conscientes.
1. Respira. Tan sencillo como eso. Aprovecha para hacer varias respiraciones profundas, o bien presta atención unos segundos a tu respiración normal.
2. Descansa la vista. Quizá miras el móvil como una forma encubierta de parar de trabajar un rato. Da una pequeña desconexión a tu mente y a tus ojos observando un punto lo más lejano posible.
3. Observa lo que te rodea. Trata de fijarte de verdad en tu entorno. Para ello, imagina que más adelante van a pedirte que lo describas, como si fuera una redacción del colegio. Te darás cuenta de la cantidad de detalles que se te escapan, incluso en lugares por los que estás más que harto de pasar. Fíjate en la forma de los edificios. Alza la cabeza para mirar por encima de la línea de tus ojos. Anota mentalmente cómo describirías las baldosas del suelo.
4. Observa a la gente. Procura hacerlo de forma poco inquietante, y no digas mi nombre si te denuncian. Trata de imaginar quiénes son, en qué piensan, qué hacen ahí en ese momento. Intenta averiguar su edad, su profesión; ponles un nombre o cámbiales el look si piensas que parece que les ha peinado el enemigo. No sé decirte por qué esto es mejor que mirar tu móvil, pero creo que nos aleja de una distopía más o menos probable en la que no seremos capaces de interpretar emociones humanas y todo el mundo se asesinará sin compasión.
5. Lee. Vale que también es una distracción, pero de otro tipo. Un libro te construye, te traslada a un mundo donde también suceden cosas y te enseña lo que es estar en la piel de otros. Además, leer no tiene la misma cualidad de bucle disperso que Internet. Los libros tienen un principio y un fin, y permiten un tipo de concentración mucho más sana.
6. Define intenciones. Aprovecha el recordatorio de querer sacar el móvil para chequear dónde te encuentras a lo largo de tu día, en qué estás ocupando tus horas, en qué quieres ocuparlas en adelante. Si estás en el metro, o en el bus, o caminando por la calle, pregúntate hacia dónde vas y para qué. Recuerda objetivos y propónte con más energía ser la mejor versión de ti mismo. Quizá es buena idea llevar a mano tu chequeo dominical para poder inspirarte.
7. Repasa tu agenda. Es la versión prosaica de lo anterior. En lugar de sacar el móvil, saca tu agenda de papel (si la tienes) (te recomiendo que la tengas) y comprueba qué te queda pendiente y si estás organizando bien tu tiempo.
8. Escucha música. Parecido al 5, pero distinto, porque encima puedes combinarlo con el 3 o el 4. Uno de mis entretenimientos mentales favoritos en el metro es poner una canción absurda e imaginarme a la gente bailando todos a la vez en plan flashmob. Mejora cualquier mañana: verídico.
9. Trata de sentir tus brazos y piernas. Con los ojos abiertos o cerrados, comienza por un pie y haz un recorrido por tus dos piernas y tus dos brazos. Observa en qué posición están. Observa qué sensaciones aparecen en ellos en ese momento. Te ayudará a mejorar tu presencia, a recordar tu parte física y a no andar todo el rato perdido en ensoñaciones.
10. Siente el suelo bajo tus pies. Es otra versión de lo anterior. Abre ligeramente las piernas, flexiona un poco las rodillas, activa el modo jipi y siente bajo las plantas de tus pies la fuerza de la Madre Tierra. Nota cómo la gravedad tira de ti hacia el centro. Plantéate cómo las leyes de la física evitan que salgas volando como un globo loco.
11. Escucha de verdad al que tienes enfrente. Si la conversación que estás oyendo no te atrapa, o la charla a la que asistes te aburre como a un mono, intenta atender con más fuerza. Suspende por un momento tus juicios, tus ganas de contestar, tu preparación cuidadosa de una buena réplica. Trata de observar el lenguaje gestual del otro, de conectar con la emoción que te transmite y de entender de verdad lo que quiere contarte. Después devuélvele algo sobre él. No comiences tu frase con un «pues yo». Pregunta. Señala. Agradece.
12. Date un micro-masaje. Ya sea en las muñecas, en las manos, en el cuero cabelludo, en el cuello. Dedica unos minutos a darte amor en formas visibles para menores de dieciocho.
13. Imagina. Elucubra. Crea. La dependencia del móvil nos convierte en meros espejos, en loros repetidores que sólo buscan compartir y expresar aprobación con un «me gusta». Piensa una buena historia inventada sobre los viajeros que tienes enfrente. Trata de componer una poesía sobre el ictus que supere a los intentos de los carteles del metro de Madrid.
14. Escribe una carta mental. O física. El WhatsApp es una forma poco operativa de estar en contacto con la gente a la que quieres. Se come tu tiempo y tu atención de una forma desmesurada para el contenido que transmite. Realiza el esfuerzo de dar forma y coherencia a tus pensamientos y escribe una carta: a mano si tienes papel y boli, con la mente si no los tienes. Quizá puedas enviarla luego; seguro que a su destinatario le hará mucha ilusión. La cuarta ley del universo es que a todo el mundo le gusta recibir cartas.
15. Lee artículos de blog o páginas web vía Instapaper. En lugar de vagar de forma aleatoria por la web, utiliza Instapaper para enviar a tu dispositivo de lectura los artículos interesantes. Esto te ayudará a asimilar de verdad la información sin ceder a los cantos de sirena del hipervínculo.
16. No hagas nada. ¿Cuándo fue la última vez que no hiciste nada? No intentes aprovechar el tiempo. Ríndete a la inactividad. Deja que tu mente vague. A-bú-rre-te. Verás como de aburrimiento no se ha muerto nadie.
¿Cuándo y cómo miramos entonces el móvil?
Cuando estés solo. Por un tiempo limitado. Con una intención clara. La diferencia entre sacar el móvil por impulso y saltar de una a otra aplicación, o sacar el móvil porque ahora sí quiero mirarlo y contestar mi correo o enviar un mensaje supone una diferencia. Lo primero es una conexión estímulo-respuesta que puede hacer cualquier ser unicelular; lo segundo nos pega más a los humanos razonables.
¿Te ha gustado? En ese caso ponlo en práctica antes de compartirlo. Por supuesto, puedes volverte muy loco y unirte a todos los jipis que reciben artículos en el mail. Y si se te ocurre alguna otra alternativa al smartphone, te lo agradeceremos un montón en los comentarios.
Gracias, gracias, gracias. Dices que escribes el artículo sobre todo para ti, pero es que también parece que lo escribas para mí (últimamente entre el tema dietas y esto, creo que este blog me va leyendo el pensamiento jejeje). Yo ya me sentía semi-culpable, pero leer este artículo me ha abierto un poco más los ojos. Las frases «No me gusta la yo que soy cuando miro el móvil cada cinco minutos. No me gusta el estado distraído y cansado en que entra mi mente cuando revisa una y otra vez todas las redes sociales» son totalmente ciertas. Y oye, que me encanta internet, y que yo no soy yo si no entro en facebook todos los días. Pero es verdad que el smartphone es una esclavitud, no hace falta entrar en facebook cada dos por tres. Propósito nuevo a la vista.
Hola Marina!
Este artículo me encanto, hace poco escribí uno sobre ese tema!!! para la columna de la revista en que trabajo, y para mi blog. Aquí te lo pongo: Se llama LA NUEVA ESCLAVITUD http://cajadequimeras.blogspot.mx/search/label/La%20nueva%20esclavitud
Aunque el tuyo tiene un plus excelente! da soluciones. Yo la verdad no padezco de eso, justo por lo que dices, sólo que no lo había analizado asÍ: no me gusta quien soy cuando estoy distraída con el teléfono. Me siento dispersa y sin concentración en nada. Así que me rebelo y no dejo que me esclavice. A veces hasta lo dejo en mi casa adrede y sentirme libre de él.
Saludos!
Hay muchos puntos de los que indicas que suelo utilizar.
Mi problema no son los super-móviles que tenéis ahora porque yo no lo tengo. : ) Solo me conecto mediante pc de sobremesa y no por mucho tiempo. Eso no quiere decir que no esté desconectada del mundo, que sí. Voy y vengo al trabajo en coche y, lo se por que hace años solo usaba el transporte público, no interactuas con nadie ni con nada; salvo con la máquina que te lleva.
Tampoco vivo en un sitio con mucha gente y eso hace que no tenga mucha relación con las personas.
Total que no hace falta estar engachada a esto para estar desconectada, pero si es verdad que esto es otra de las cosas que afecta a las relaciones humanas-terrenales.
El punto 3 me gusta especialmente, el 5 el 8 el 13 y el 15. En general, cada uno de todos los que has puesto los he probado alguna vez y todos te aportar ser consciente de tí mismo y de los demás.
Apoyo tu propuesta de dejar esos aparatos tan modernos y pararnos a mirar y escuchar,alrededor.
Por cierto lo de la risa leyendo, con Manolito gafotas; pero el último que fueron risas a lo bestia fue «Te dejo es jodete al reves». Corto y muy pero que muy divertido.
Un saludo.
Manolito es amor, y yo también me he reído en alto con él muchísimo.
Como bien dices, creo que se puede estar desconectado de muchas formas, no sólo a partir de los móviles. Probablemente, los puntos de arriba sean una buena cosa incluso cuando no tenemos el impulso de sacar el móvil.
Un beso gigante.
Yo por suerte, sigo resistiéndome a un móvil chachiguay de esos pese a la presión social…y precisamente lo hago por eso, ya me cuesta cuando estoy en casa, desconectar del ordenador, como para tener un móvil con internet. Prefiero hacer todas esas cosas que tu comentas, que me sientan genial, (me encanta andar sola por la calle), y si tuviera móvil se que sucumbiría. No cumplo todo pero si unas cuantas, escucho música, leo, pienso muchooo… repaso mi día, observo a la gente, o simplemente disfruto de la calle, del viento, del sol, de la lluvia…Y no quiero perder todo esto…así que seguiré con mi móvil de 4ª o 5ª generación jaja!! Besicoss
¡¡Haces bien!! Puedes unirte a Marta la de Galicia y formáis una adorable sociedad arcaica.
Besis.
Aplicar aunque sólo sea la mitad de esos puntos ya sería un gran reto!! Yo por supuesto estoy enganchado al móvil, aunque más que al móvil a internet. El wassap intento no usarlo, twiter no tengo…pero si que uso mucho facebook. Llevo poco tiempo con internet en el móvil y debo decir que aunque parezca extraño, me ha desenganchado un poco del mirar continuamente el portátil para ver si alguien me ha escrito o hay un Me Gusta más. Ahora con el móvil, cada vez que tengo algún mensaje o algo en el correo o facebook, me suena un tono, así que ya se al menos que voy a abrir el portátil y algo seguro voy a encontrar. Antes lo abría y lo abría y era absurdo, Me acostaba a las 2:00am y a las 8:00am ya quería tener mensajes nuevos que leer…De los puntos me quedo con el 9, aunque si que uso algunos otros a diario y por supuesto me río de mí el primero, y de todos los que me rodean con la cabeza bajada y con el reflejo del simbolito verde de wassap en sus ojos. No me río tanto de la nueva generación de jóvenes. Vivo al lado de una plaza donde todas las tardes se reúnen sobre 40 chavales de entre 10 y 14 años y sus reuniones son absurdas, todos sentados con el móvil en las manos y sin cruzar mirada…eso si me da pena…desde aquí mando un mensaje a todos los padres modernos y actuales que quieren lo mejor , y el mejor móvil, para su hijo y les animo a leer los 16 puntos de arriba. (vaya parrafada que he soltado, lo siento Marina,jeje)
Entiendo lo que te pasa… Yo también quiero tener cosas nuevas en cuanto me levanto, y a veces esto es a las 6’30 de la mañana xDD Estamos demasiado enganchados a las bolitas de refuerzo de las redes sociales. Pero bueno. Creo que podemos ir trabajándolo poquito a poco y utilizando herramientas alternativas. Como siempre, la conciencia es el primer paso.
Estoy de acuerdo contigo en lo que comentas de las nuevas generaciones. Al menos, nosotros guardamos memoria de días diferentes; me preocupa la gente para la que esto es así desde siempre. Pero bueno. Ya se irá viendo cómo de tarados salimos todos.
Un beso grande para un gran atleta 😉
Todo lo que escribes es tristemente verdad. Y si te fijas siempre acabas visitando los mismos sitios (mismos medios de comunicación, redes sociales, mismas temáticas etc). Hace un tiempo que llevo pensando que estamos sobreinformados…y menos conscientes de lo que nos une con la vida.
Muy de acuerdo. La sobreinformación es una forma de censura como cualquier otra. Un beso grande.
Casualidades de la vida, esta mañana antes de ver tu post desvinculé las cuentas de correo al móvil, es absurdo ver el correo por el móvil teniendo tantos ordenadores a mi alrededor. Mi móvil y yo estamos ahora más relajados.
Me alegro! Yo también he quitado los avisos, y así al menos sólo lo miro cuando yo quiero (aunque, por desgracia, sigue siendo más de la cuenta).
Un besito cariñoso para mi chico-laca favorito.
Estupendo post! 😀 para mí ha sido como un tirón de orejas porque últimamente estoy asqueada de lo absurdamente enganchada que estoy a internet, he tenido que frenar un poco porque ya era dejar el ordendor para ponerme en el móvil (wassap) y enlazar con libros (es que estoy enganchada a los relatos de Sherlock Holmes, y eso si que no me lo quito! xDD). Es que es eso que se ha comentado, creas un círculo de las mismas redes sociales, temática, webs y en realidad no miras nada, solo cubres la necesidad de revisarlo. Quiero ampliar mi círculo social y pensaba » pues me miro foros de temáticas que me gusten y tal» pero es que quiero contacto con gente real y tangible! comentar algo por internet en foros está bien pero yo quiero que sea un añadido a mi actividad social, no lo único -.-
Me ha gustado lo del programa de intervalo variable :). También pienso que la comunicación por internet o móvil desvirtúa la expresión emocional y oral en el sentido de que la gente se esconde y se acomoda detrás de la pantalla, las frases cortas o los emoticonos, para mi un ejemplo son los cumpleaños, antes llamabas o visitabas a la persona, había más esfuerzo por demostrar ese afecto, ahora con el facebook o el wassap ya cubres, que no digo que para conocidos que no apetece mucho tratar no sea cómodo pero percibo que hay menos ilusión por los detalles, (partiendo de que no hay que generalizar). Luego también lo que comentas de observar o simplemente no hacer nada mientras esperas, si que parece horrible esperar y hay una necesidad de escapar a las redes sociales para no contactar con las personas que tienes a tu alrededor, a mi me cuesta no mirar a la gente fijamente así que voy esforzándome para mirar a lo lejos xD. En fin, no me enrollo más, voy a hacer una selección de los puntos que has puesto xD
¡Hola!
Me alegro de que te haya gustado el artículo. Yo también soy muy pro-gente real. Y lo que dices de los detalles también lo comparto, hasta el punto de que a la gente que me importa de verdad no la felicito por Facebook a propósito (y sí en la vida real, obviamente).
Lo de las esperas es curioso. Nos supone una incomodidad enorme quedarnos sin nada que hacer. Hay un anuncio de coche ahora que dice justamente eso, si no me equivoco, y tiene toda la razón… aunque dudo que la solución sea comprarse ese coche 😉
Gracias por participar y un abracín.
Afortunadamente yo tampoco tengo de momento smartphone, aunque sí es cierto que hay bastante presión al respecto. Yo no sé si se necesita estar conectado con el mundo todo el día, lo que tengo claro es que no quiero, y es como dicen por ahí arriba, a veces ya me cuesta relajarme sólo con el móvil e internet…
A mí lo único que me molesta es estar por ejemplo, comiendo con un grupo de gente, y que miren el móvil compulsivamente. Me parece una falta de respeto. Por lo demás, como dicen por Inglaterra… each to their own.
Supongo que algo tendrá que engancha, y por eso tampoco me apetece comprármelo.
:*
A mí me pasaba lo mismo. Me resistí, porque sabía que me engancharía. Y ahora aquí me hallo: escribiendo sobre desengancharme cual yonki rehabilitada (o en proceso de).
Un beso grande, primor.
Leido justo ahora y muy relacionado 🙂
http://minoviomecontrola.blogspot.com.es/2012/11/que-dano-nos-ha-hecho-whatsapp.html?m=1
Jajaja me ha encantado lo del comunicado oficial de WhatsApp. Gracias por el enlace y un abrazo.
Lo más preocupante de todo es que la mayoría de las personas que viven pendiente del móvil están de acuerdo con esto, y te dicen que esta manera de comunicación no es real y bla bla bla, pero luego siguen ahí pegados…eso si que es triste… el pensar esto y no hacer nada…
Eso es así. De todas formas, cambiar hábitos es muy, muy complicado. Estoy leyendo un libro entero dedicado al tema y todavía me parece infernalmente difícil. En mi caso, e incluso habiendo escrito este artículo, me está costando muchísimo mirar menos el móvil.
Un abrazote.
Genial como siempre, lo he compartido en mi Facebook para que lo vean todos los que están enganchados… como yo… jajaja
Me ha encantado tu artículo, la parte donde sugieres un metro peluquería-discoteca es genial, debería haber vagones así en la vida real. El mundo sería mejor.
Intentaré aplicar tu consejo sobre las conversaciones aburridas, creo que es lo que más me cuesta… es inevitable desconectar… las personas somos egoístas por naturaleza, sólo nos interesan las cosas que nos atañen directamente, y si no nos evadimos…
Ha sido muy revelador.
Lo comparto. Un saludo.