Guía definitiva para actuar según tus valores

Guía definitiva para actuar según tus valores

Ya sabes que mi nombre es Marina, pero mi sobrenombre es “la pesada de los valores”. Los menciono a menudo en el blog como clave para ser feliz, pero me he dado cuenta de que nunca he dedicado un post exclusivo a explicar qué son y por qué deberían importarte.

“Vivir de acuerdo con nuestros valores” suena muy bien, pero ¿qué son exactamente los valores? ¿En qué se diferencia llevar una vida basada en valores de lo que ya haces? ¿Cómo puedes acordarte de tus valores en momentos difíciles? Descubrir qué es lo que te importa y basar tu vida en ello es un proceso más complejo y delicado de lo que parece a simple vista.

Por eso, he decidido escribir la Guía definitiva para actuar según tus valores. Para variar, me ha quedado un poco larga, así que hoy te traigo la primera entrega y la semana que viene publicaré la segunda. Y quizá haya una tercera si me vengo arriba.

¿Listo-barrita-a? Pues vamos allá

Qué son los valores y por qué deberían importarte

La manera más sencilla de definir los valores es como cualidades que deseamos para nosotros mismos.

  1. Se trata de cualidades, es decir: no son reglas, ni objetivos, ni metas. No son algo que puedas conseguir para después desentenderte, sino una cualidad hacia la que puedes trabajar cada día, en cada momento. Por ejemplo: la compasión no es algo que se consigue y ya está (“¡Ya tengo la compasión! Ahora a otra cosa”). Es un valor hacia el que tratas de dirigirte constantemente.
  2. Las deseamos. No nos las imponemos, ni pensamos “debería actuar de acuerdo a mis valores”. Es algo que uno elige porque así lo quiere, para crecer y para satisfacer los deseos de su corazón.
  3. Para nosotros mismos. Nuestos valores no pueden depender de cómo actúen los demás. Si yo valoro sentirme apoyado por mi familia, estaré a merced de que ellos me apoyen o logren transmitírmelo; si deseo ser yo un apoyo y soporte para mi familia, puedo comportarme así independientemente de lo que ellos elijan.

Los valores están presentes en todas las áreas de nuestra vida. Puedes preguntarte, por ejemplo, ¿qué cualidades deseo para mí como trabajador? ¿O como novia? ¿O como amiga? ¿O como miembro de mi comunidad? Quizá quieras ser responsable, cariñosa, leal, colaborador. Todas estas palabras que te vienen a la mente son valores.

Además de esto, nuestros valores aumentan la probabilidad de que pasemos el tiempo haciendo cosas que disfrutamos. No siempre se trata de un disfrute inmediato y fácil; a veces es una satisfacción que llega tiempo después, o que requiere un empujoncito de la voluntad, como ir al gimnasio cuando hace frío y tu brasero te llama (le pasó a una amiga).

Pero el valor último de los valores es que cuando los tomamos como brújula, hacen que llevemos una vida con SFAD: Satisfacción, Flow, Alegría y Disfrute. Y que quizá actuar de acuerdo con ellos sea incómodo en ocasiones, pero finalmente acaba trayéndonos esos momentos que queremos guardar para siempre en nuestro álbum de los recuerdos mental.

¿Cuáles son los riesgos de no vivir de acuerdo a nuestros valores?

O, lo que es lo mismo: ¿por qué es mejor vivir basándonos en valores que ser como Leo Dicaprio en El lobo de Wall Street, y pensar solo en pasta, drogas y prostitutas?

La respuesta está escondida en la propia definición. Si los valores son cualidades que deseamos para nosotros mismos, no vivir de acuerdo a nuestros valores significa no ser la persona que queremos ser, ni llevar la vida que queremos llevar. Y, como diría Homer al vendedor de yogulado: “eso es malo”.

Siempre que hay sufrimiento, sensación de vacío, de echar de menos algo y no saber bien qué… es porque los valores no están lo bastante presentes en nuestro día a día. Porque como te decía antes, valores = SFAD: Satisfacción, Flow, Alegría y Disfrute. Y ausencia de valores = ausencia de SFAD.

Examina los momentos difíciles de tu vida y verás que siempre, siempre se corresponden con una época en la que no has actuado de acuerdo con tus valores.

  • ¿La relación que te hacía sufrir? No te estaba permitiendo ser el tipo de novia o de marido que deseabas ser, no tenías la oportunidad de desarrollar las cualidades que te hacen vibrar y pasar buenos momentos con tu pareja.
  • ¿El trabajo que se estaba llevando tu alma? No era lo bastante importante para ti, no te permitía dar un significado a las horas que pasabas en la oficina, no te proporcionaba esa satisfacción intensa y duradera.
  • ¿La crisis de los 40, de qué estoy haciendo con mi vida? Es la conciencia de haber pasado los últimos 10, 20 o 30 años entreteniéndote con actividades que no eran, en el fondo, la manera en que quieres pasar tus días, ni la forma en que te gustaría que te recordaran.

Descubrir tus valores y ser capaz de estructurar tu vida en torno a ellos es el mayor favor que puedes hacerte, si no quieres despertarte dentro de unos años y darte cuenta de que te has distraído con lo urgente y no has dejado tiempo para lo importante. Pensar en valores es elevarse por encima de las preocupaciones cotidianas y hacerse las grandes preguntas:

  • ¿Quién quiero ser?
  • ¿Hacia dónde va mi vida?
  • ¿Qué es lo que me importa de verdad?

Es observar la vida a vista de pájaro para mantener la perspectiva en los momentos difíciles.

¿Cómo descubrir cuáles son nuestros valores?

La primera forma de descubrir cuáles son tus valores es, simplemente, preguntártelo. 

  • Elige un área de tu vida (trabajo, familia, tiempo libre) y pregúntate: ¿qué es importante para mí en ese área? ¿Qué cualidades quiero manifestar? ¿Qué tipo de persona quiero ser?
  • Imagina tu propio funeral: ¿qué quieres que se diga de ti cuando mueras? ¿Cómo te gustaría que otros te recordaran? O, si no te mola lo de la muerte, imagina una fiesta de jubilación, o de 80 cumpleaños: ¿quién querrías que fuera? Si montaran un Power Point con tus mejores momentos, ¿qué fotos te gustaría que hubiera en ellos?
  • Piensa: si no me importaran para nada los juicios y opiniones de los demás, ¿qué haría de manera distinta en mi vida? Si obtuviera automáticamente la aprobación de todos los que me importan, ¿qué tipo de persona querría ser?
  • Recuerda a alguien a quien admirabas de pequeño o a quien admiras ahora. ¿Qué tipo de persona es? ¿Qué cualidades representa esa para ti? ¿Qué te diría que cambiaras si viera tu vida actual?

Todos tenemos valores, incluso aunque creamos que no. De hecho, mientras más gris te parezca tu vida, mientras más convencido estés de que todo te da igual y nada te importa, más te están gritando tus valores para que les hagas caso. El sufrimiento nace de no llevar la vida que nuestro corazón desea, es decir: que siempre que hay sufrimiento, hay valores que no están siendo vividos.

En este proceso, hay algunos problemas típicos con los que puedes encontrarte: voy a contarte cuáles son y cómo puedes solucionarlos.

Problema nº 1: los valores me resultan demasiado abstractos, como si no tuvieran nada que ver conmigo

Los ejercicios anteriores pueden dar como resultado una serie de palabras que, en el fondo, no tienen mucho significado para ti. Quiero ser amable, quiero ser aventurera, quiero ser generosa. Son conceptos verbales y abstractos que pueden perder su significado rápidamente.

Porque en realidad, los valores tienen que ver con las emociones. Nos importan por la forma en que nos hacen sentir. Si llevas tiempo leyéndome, esto quizá te sorprenda, porque una de las cosas que digo a menudo es que las emociones, sensaciones y pensamientos no se pueden controlar. Al menos, no tanto como nos gustaría. Sin embargo, los valores generan emociones distintas: una sensación diferente de satisfacción con nuestra vida, mucho más duradera y accesible

Tener como valor la aventura quizá no evoque demasiado para ti. Pero ahora piensa en un momento en que hayas sido aventurero, en que hayas actuado de acuerdo con ese valor.

Quizá recuerdes ese día en que un amigo te envió el enlace a un billete baratísimo a Moscú que salía ese mismo fin de semana, y cómo lo compraste sin pensar y después pasaste dos horas llamando a colegas y familiares para que te prestaran ropa de abrigo. Y cómo aterrizaste allí en pleno invierno y acabaste bebiendo vodka en un bar de mala muerte con un ruso al que conociste de camino al hostal.

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Puedes recordar el olor a nieve y el frío en los dedos de los pies, el sabor de las especias en la comida, el sonido confuso del idioma en la plaza del mercado.

Observa la diferencia entre pensar en aventura y leer el párrafo anterior. Quizá ni siquiera te consideres una persona muy aventurera y, aun así, contactar con los detalles te haya dado ganas de ir a Moscú, o a donde sea. Los valores tienen que ver con todo eso que nos hace sentir vivos, y que a veces no puede ser expresado con palabras, pero puede evocarse con ellas. Si tus valores te resultan abstractos, recuerda cómo te sientes cuando están presentes.

Problema nº 2: todos los valores me parecen apetecibles y no sé cuál elegir

A menudo, cuando lees una lista de valores, te resulta difícil escoger: todos parecen importantes, todos suenan bien. Para saber realmente cuáles te mueven a ti, es necesario que examines tu propia vida.

¿Qué tipo de actividades te hacen sentir que has aprovechado tu día? ¿Con cuáles te olvidas del paso del tiempo? ¿Cómo sería tu vida si se pareciera a lo que siempre has soñado para ella? ¿Qué imaginabas para ti cuando tenías 8, 10, 12 años? ¿Qué harías día tras día si te tocara la lotería?

Averiguar tus valores partiendo de acciones y emociones tiene un riesgo: confundir lo que nos importa con lo que simplemente nos hace sentirnos bien (o no sentirnos mal) a corto plazo. Por ejemplo, puede que a la pregunta “qué harías día tras día si te tocara la lotería” respondas “tirarme en una hamaca a beber cocolocos”. 

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La pregunta del millón: ¿es esto un valor?

Sin embargo, el sentirse bien de los valores no es igual que el sentirse bien de tirarse en el sofá a ver una temporada entera de Orange is the New Black, o el de tomarse tres trozos de tarta de chocolate cuando habías decidido dejar el azúcar.

Una palabra clave para entender la diferencia es vitalidad.  Cuando actuamos de acuerdo con nuestros valores (por ejemplo, cuando yo escribo, o cuando voy al gimnasio, o soy amable con una persona desconocida), nos sentimos más llenos de vida, más vibrantes. Cuando cedemos a impulsos para sentir el placer breve de Netflix o de la tarta de chocolate, esa vitalidad no está; en su lugar, nos damos cuenta de que el bienestar inmediato es seguido casi siempre por un gran malestar.

¿Y de dónde viene ese malestar? Pues, precisamente, de no estar implicados en las actividades que valoramos. Por eso, si tienes dudas respecto a si una actividad está o no basada en tus valores, puedes preguntarte:

Si dedicara mi vida entera (o una gran parte) a esto, ¿hay algo que estaría dejando de hacer y que echaría de menos?

En mi caso, por ejemplo, si me diera a los cocolocos como si no hubiera un mañana, estaría dejando de escribir aquí, de aprender cosas nuevas, de conocer a gente interesante. Si excavo un poco en mi deseo inicial de tirarme en una hamaca, me doy cuenta de que o bien no está en realidad de acuerdo con mis valores, o bien solo lo está en parte, y tengo que buscar otras actividades significativas con las que llenar mi tiempo.

Problema nº 3: ¿cómo diferencio entre valores y metas, reglas, expectativas u otras palabras similares?

La diferencia entre valores y metas es que los valores son direcciones hacia las que puedes trabajar siempre. Nunca llegará un momento en que hayas conseguido por completo el valor del aprendizaje, de la tolerancia o del coraje. Las metas, sin embargo, son puntos en el camino: si una de tus metas es casarte o ganar un millón de euros, una vez que lo hayas conseguido ya está, ya lo tienes.

Es parecido a la diferencia entre ir a Madrid o ir hacia el oeste. Llegar a Madrid es un objetivo definido que puedes alcanzar y sobrepasar; sin embargo, siempre puedes seguir yendo hacia el oeste, por mucho que camines.

Lo que hace a los valores superiores a las metas es que no nos mantienen esperando y aplazando nuestra felicidad hasta el día que las consigamos. Los valores te permiten traer esa felicidad al aquí y al ahora, eligiendo actuar de acuerdo con ellos en el presente, en las cosas más pequeñas.

Por ejemplo, si tu valor es el compromiso, quizá no vayas a casarte hoy, pero puedes comprometerte con algo pequeño. Con cuidar de tu perro. Con aprender una nueva palabra de inglés. Con respirar. Los valores ponen la satisfacción con tu vida al alcance de tu mano.

Respecto a las reglas: la clave está en la palabra deseo. Una regla no es algo que quieres o que eliges. Es algo que crees que deberías hacer, que tienes que hacer, que no te queda más remedio que hacer. Fíjate en la diferencia, desde un punto de vista emocional, entre decir:

  • Deseo ser una persona compasiva y amable con los demás.
  • Debería ser más compasiva y amable con los demás.

¿Cuál te transmite una sensación más expansiva, más inspiradora, más vital? ¿Cuál hace que te contraigas, que te tenses, que te musties?

Por último, es muy importante recordar que un valor es algo que depende de ti, y no una expectativa de cómo debería ser el mundo. Un valor no es “me gustaría que todos fuesen simpáticos conmigo”, o “quiero que mis amigos siempre estén disponibles cuando los necesito”. Si no puedes actuar tú de acuerdo con el valor, aquí y ahora (o, bueno, dentro de unos minutos o de unas horas, si en este momento concreto estás en una reunión de trabajo, o en el baño), no es un valor.

Problema nº4: no estoy seguro de si estos son realmente mis valores o más bien los de mi padre, prima, cura, etc.

Aunque tus valores tengan que ver contigo, nada de lo que piensas es realmente tuyo: todos somos el resultado de lo que hemos vivido desde que éramos pequeñitos. Las cosas te importan porque, a lo largo de tu relación con los demás y con el mundo, has aprendido a que te importen.

¿Quiere esto decir que todos somos un producto de nuestros padres y que Freud tenía razón? En realidad, ¿qué más da? ¿Por qué debería importarnos de dónde vienen nuestros valores? Si algo te inspira y te mueve por dentro, quiere decir que ya lo has hecho tuyo.

Es importante no confundir esto con hacer algo para satisfacer a los demás o porque creemos que es lo que esperan de nosotros. En este caso, habría una diferencia entre lo que esperamos que el valor va a darnos (felicidad, bienestar) y lo que finalmente nos da (quizá una sensación breve de “mira qué bien”, pero nada duradero ni estimulante).

Imagina, por ejemplo, que Elena ha nacido en una familia de dentistas. Su madre es dentista, su abuelo era dentista y sus dos hermanos mayores son dentistas. ¿Está convertirse en dentista de acuerdo con los valores de Elena?

La respuesta es depende.

Podría ser, por ejemplo, que Elena haya crecido escuchando lo bonito y gratificante que es ayudar a los demás a sonreír, que le encante lavarse los dientes y pasarse el hilo dental para sentir la boca limpia, que haya acompañado un montón de veces a su madre a la clínica y esté fascinada por las caries y los implantes. En ese caso, ser dentista parece estar de acuerdo con los valores de Elena, con lo que es importante para ella.

O quizá simplemente sea una sádica, como Steve Martin en La Tienda de los Horrores

O quizá simplemente sea una sádica, como Steve Martin en La tienda de los horrores

O podría ser, sin embargo, que Elena acudiera de pequeña a una clase de canto y le encantara, y que sus profesores de canto le hayan transmitido un amor enorme por el arte y un sentimiento de satisfacción profunda cada vez que aprende y practica una canción nueva. En este caso, si Elena termina como dentista en la clínica familiar, por satisfacer a sus padres o porque es el camino más fácil, lo más seguro es que termine por sentirse insatisfecha y vacía.

Si no sabes si tus valores son tuyos, examina cómo te hace sentir de acuerdo con ellos día a día, momento a momento, y no cómo encajan en la historia sobre ti mismo que te has (o te han) contado.

Problema nº5: tengo un conflicto de valores

No, no lo tienes. Al menos, no en el 95% de los casos.

Si quieres tener a la vez aventura y estabilidad, o si quieres dedicar tiempo a la introspección y conocer gente, o si adoras a tus hijos pero necesitas tiempo para ti, lo que tienes no es un conflicto de valores: es un conflicto de tiempo.

Que un valor te importe no quiere decir que tengas que dedicar todos y cada uno de los momentos de tu vida a él, ni que necesites ser unidimensional y coherente en cualquier circunstancia. Esta es una postura basada en la rigidez, el miedo y querer tenerlo todo controlado.

La única forma de prestar atención a muchos valores distintos es llegar a acuerdos, tomar decisiones y asumir que nuestra vida quizá no sea un cohete que se lanza recto hacia el espacio, sino más bien una manta de retales de distintos colores, que tiene su propio e irregular encanto.

Imagina que un valor para ti es el trabajo con significado, que supone desarrollarte y crecer en tu carrera profesional. Y supón que otro es ser una madre cariñosa y presente en la vida de tus hijos. Pero tus opciones no son solamente quedarte en casa con tus hijos veinticuatro horas al día, o convertirte en una ejecutiva tope de gama y verles cada tres meses. Puedes aceptar un puesto un poco menor de lo que te gustaría, pero volver a casa a tiempo para jugar con tus hijos a las casitas, o a lo que jueguen los niños de ahora.

Por supuesto que no es una solución perfecta. No se trata de “tenerlo todo”. Se trata de repartir tus recursos finitos entre aquello que te importa, porque la alternativa es dejar partes de tu alma secas y desatendidas, y no queremos eso.

Y sí que puede existir un conflicto real de valores; lo trataremos en la próxima entrega de la Guía.

Descubrir tus valores es un proceso, y la vida no es una tarta

Hazte un favor a ti mismo: deja de creer que va a llegar un punto en tu vida en que vas a tenerlo todo atado y bien atado y, por fin, podrás empezar a vivir de forma perfecta, sin que haya fisuras por donde se cuelen la incertidumbre, la vergüenza o el miedo. La vida no es una tarta que empiezas, terminas y te comes.

Por muy bueno que sea tu proceso de reflexión sobre tus valores; por mucho que te preguntes, y pienses, y le des vueltas, y medites… seguirá siendo un proceso dinámico del que aprenderás a medida que experimentes.

En mi caso, por ejemplo, durante mucho tiempo creí que un valor importante para mí era ser útil, ayudar a los demás. Sin embargo, en los últimos años me he dado cuenta de que la creatividad está por delante de la utilidad. Me hace más feliz ser creativa, incluso aunque los resultados no sirvan para nada, que darme en cuerpo y alma a los otros en modo Madre Teresa, pero desempeñando tareas monótonas y repetitivas.

¿Es esto bueno, malo o regular? Es lo que es. Nadie tiene derecho a juzgar lo que es importante para ti. Sobre todo, porque en el caso anterior, no se trata de valores incompatibles; ser capaz de ordenarlos por prioridades hace que pueda utilizar la fuerza y la vitalidad que me da uno de ellos (la creatividad) para caminar en dirección al otro (la utilidad).

Acércate a tus valores con curiosidad y con ganas de aprender más sobre lo que hace que tu vida valga la pena, y observa el tapiz que vas construyendo cuando decides, día tras día, elegir de acuerdo a las cualidades que tu corazón desea. Va a marcar una diferencia enorme, te lo aseguro.

En la segunda parte de este artículo hablaremos de:

  • ¿Cómo integramos los valores en el día a día y los recordamos en los momentos difíciles?
  • ¿Por qué a veces actuamos sistemáticamente en contra de nuestros valores?
  • ¿Pueden los valores tener excepciones?
  • ¿Qué pasa cuando vivir de acuerdo con nuestros valores no parece estar funcionando?

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[Créditos de las imágenes -> foto vodka: Nick Grabowski]

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41 comentarios
41 comentarios
  1. Marian enero 26, 2017

    Ánimo Marina, fabulosa creatividad la tuya
    Transmites cercania, cariño y facilidad.
    Abrazos

    Responder
  2. amparo enero 26, 2017

    Gracias por el post Marina, realmente hacer un poco de analisis y ver que valores nos importan supone una buena brújula para cuando andamos algo perdidas.

    Responder
  3. Rosario Marín enero 26, 2017

    Muy buen post la verdad. Los valores es a lo único que te puedes agarrar cuando crees que no tienes nada donde agarrarte. Espero con ansia los próximos.

    Responder
  4. fabian enero 26, 2017

    Este artículo no es bueno Marina. Es Buenisimo. Muchas Gracias por compartirlo. Aguardo con ansias la segunda parte. 🙂

    Responder
  5. Ana enero 26, 2017

    Muy bueno el post. Espero impaciente el segundo

    Responder
  6. Aránzazu enero 26, 2017

    ¿Que te importa más la creatividad que el ayudar a los demás?
    Y ¿qué hay si creativamente ya ayudas a los demás?
    Fullpoint, Marina !!!

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  7. Jorge enero 26, 2017

    No hay duda, ése es el camino.
    Un artículo preñado de vitalismo y sabiduría, Marina.
    A la espera de la segunda entrega.

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  8. Ariadna enero 26, 2017

    Gracias por el post, Marina.

    Responder
  9. helena enero 26, 2017

    Prolífica, buena y completa reflexión una vez más Marina!

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  10. Natalia enero 26, 2017

    Hola Marina, te he dejado algún comentario por ahí en algunos de los poquitos artículos de tu blog que por cierto me ha encantado (este lo tengo pendiente de leer). Te escribí también un par de mails. Me interesa la mailterapia, pero aún no he recibido respuesta. Supongo que tienes mucho trabajo! pero te escribo por aquí a ver si así me encuentras y te pones en contacto conmigo ok? feliz finde que empieza mañana!

    Responder
    • Marina enero 26, 2017

      Hola, Natalia! He estado teniendo problemas con la otra dirección, quizá por eso no he recibido tus correos. Te escribo mañana o la semana que viene, ¿ok? Un abrazo y disculpa 🙂

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  11. Elena enero 26, 2017

    Plas, plas, plas. Enhorabuena. Creo que somos muchos los fanes de tus entradas largas. Para pildoritas fáciles ya hay muchos otros sitios. Un saludo.

    Responder
  12. Luna enero 26, 2017

    Gracias como siempre por compartir tus reflexiones. Totalmente de acuerdo en todo. Un abrazo.

    Responder
  13. Leticia enero 26, 2017

    Un gran post

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  14. Juanfran enero 26, 2017

    Brillante Marina! Nos vemos pronto!!

    Responder
  15. Pepa enero 26, 2017

    Me encantó, tendré que trabajar en ello dado que no soy capaz de definirlos, por dónde empiezo?

    Saludos y gracias:)

    Responder
  16. Luisma Herrero enero 26, 2017

    Encantado de leer un nuevo post tuyo Marina, ya los echaba en falta. Estaría contraviniendo mis propios valores, si no estuviera agradecido por la frescura de tus palabras, que una vez más son un bálsamo para mi. Y por todo lo que aportan a mi felicidad, ayudandome a aprender a crecer y ser mejor persona con todo lo que compartes con todos nosotros. No sé si los ateos tenemos potestad para bendecir, pero no me importa. Tienes todas mis bendiciones!!!

    Responder
    • Mauro febrero 17, 2017

      Es evidente que la «potestad para bendecir» es uno de tus valores y es bueno que lo ejerzas.
      La trama de la Realidad de la que somos parte, no te cobrará derechos de autor.

      Responder
  17. Juan Carlos enero 27, 2017

    Gracias gracias gracias por poner algo más de luz en todo esto de los valores. Hace unos dias estuve trabajando con ellos en un curso de coaching así que me viene de perlas 😉

    Responder
  18. Norelys enero 27, 2017

    Hola Marina, me cayo como anillo al dedo tu Post, y es que cuando leí algunos de tus otros artículos sobre los valores me enseñaste mucho; el saber diferenciar entre valores, metas y objetivos en la vida, que el primero te marca el rumbo a donde quiere uno ir y que las metas y los objetivos deben alinearse a estos valores, guaoo, en ese momento me di cuenta que en mi vida todo eso estaba halando a lados diferentes y sin rumbo definido, por eso me sentía tan perdida. Hace unas semanas pensaba en eso una noche, acababa de ayudar a entender los Polígonos con mi hija de 11 años y mi mente recreo un poco de matemáticas con la filosofía de la vida, como tu unes a veces dos palabras, se creo en mi mente una Mate-sofía?? o una filo-mática?? me imagine mi vida de antes como un Polígono irregular cuyos (n) lados eran las áreas desordenadas de mi vida. Un Polígono irregular queriendo ser regular a la fuerza, con lados exactos y bien definidos, pero sin saber cómo 🙁 . Pensando todo esto me acorde de ti y de tu concepto de valores, y pensé en abandonar esa idea de ser lo que no era y aceptar que ser un Polígono irregular esta bien, solo debo mirar en perspectivas diferentes y definir cuales son mis lados o áreas importantes y plantearme los valores de cada una de esas áreas, las metas y objetivos que vayan de acuerdo a esos valores. He aquí el descubriendo de un valor importante en mi vida, la creatividad!! Muchísimas gracias!!

    Responder
  19. Javier enero 27, 2017

    Nos tienes malacostumbrados con tanto buen post… 🙂

    ¡Un abrazo Marina!

    Responder
  20. Sofía enero 28, 2017

    Muchas gracias por este artículo, Marina. Me ha encantado el símil de la vida con la manta de retales de distintos colores e irregular encanto 🙂

    Responder
  21. Israel enero 29, 2017

    Genial. Gracias Marina!

    Responder
  22. Alex enero 29, 2017

    Felicidades Marina!
    Lo has hecho, has escrito el artículo sobre valores más completo de toda la red hispana.

    Sé que este no es tu objetivo ;P
    pero a mi me ha encantado y me ha sido muy útil.

    Responder
    • Marina enero 30, 2017

      ¡Y eso que todavía no escrito la segunda parte, Alex! Jejeje. Muchas gracias por tus amables palabras, ¡un abrazo!

      Responder
  23. DIDI enero 30, 2017

    Hola Marina!

    La parte de imaginar una presentación de Power Point con las fotos de mi vida me ha parecido genial! Además de la escritura, pienso que la fotografía es una gran herramienta para conocernos mejor 🙂

    Gracias siempre por tu CREATIVIDAD, tu buena onda y tu amor por los valores.

    Nos vemos en Reescríbete 😉

    Responder
    • Marina febrero 1, 2017

      Me alegro mucho de que te haya servido, Didi 🙂 Algunas personas son más visuales que otras y esto puede funcionarles mejor. ¡Un abrazo!

      Responder
  24. Carlota febrero 16, 2017

    Justo lo que necesitaba oir en este momento. Gracias ?

    Responder
  25. Ana febrero 16, 2017

    Excelente artículo!!! Vivir de acuerdo a nuestra vocación de vida, de acuerdo a nuestra esencia, a lo que nos hace vivir y vibrar con nuestro ser, que nos hace felices y nos permite soñar con un verdadero propósito inagotable, aunque a los demás no les parezca … suena padre pero difícil de llevar a cabo cuando los prejuicios, nuestras experiencias y estilo de vida, creencias y paradigmas que adoptamos y las opiniones de los demás, nos cortan las alas, se hace más complicado el proceso si lo sabré yo, tenemos que ir contra la corriente en la mayoría de veces, y para que esa corriente no te arrastre, tienes que ocultar o cuidar tus pasos, de callar tus planes para que nadie te los frustre, autodisciplinarte que cuesta muchísimo cuando los hábitos están demasiado arraigados, sí que es difícil pero creo que vale la pena seguirlo intentando 🙂

    Responder
  26. Mauro febrero 17, 2017

    Así es Marina. Desde los orígenes de la humanidad las mentes más esclarecidas se daban cuenta de la importancia de los valores. Las personas como los países, las sociedades y los pueblos, dependen para su evolución, crecimiento y bienestar, de la fidelidad a los valores. Cuando se pierden los valores, las sociedades decaen, como siempre ocurrió.
    ¡Un abrazo!

    Responder
  27. Federico febrero 20, 2017

    Muy buen trabajo che! Sirve para clarificar ciertas cuestiones entre los procederes de uno y el bienestar. Saludos!

    Responder
  28. estela marzo 21, 2017

    me encanto este articulo.eres muy sabia.gracias por tus consejos

    Responder
  29. Aixa abril 21, 2020

    Hola Marina. Me he enganchado a tus post, gracias!!
    Pero me surgen unas dudas: Que pasa si tienes unos valores pero parece que la vida siempre te lleva por el lado opuesto a lo que quieres? Y, qué pasa si tienes claros algunos pero no sabes cómo desarrollarlos en forma de trabajo? Qué haces para descubrirlo?

    Responder

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