El post de hoy es una colaboración de Jon Valdivia. Jon es ingeniero informático, escritor y músico; es un apasionado del cambio, optimista incorregible, coach en activo y psicólogo en ciernes. Me gusta de él que, como yo, procura ser consciente de sus límites y condicionamientos para ignorarlos lo más a menudo que puede. Bloguea acerca de desarrollo personal, viajes, minimalismo y, en general, todo aquello que le interesa, que es mucho.
Me gusta mucho su post de hoy porque habla de uno de mis temas favoritos: la implementación, o cómo cambiar lo que quiero cambiar. Es pura utilidad y está muy currado, así que te recomiendo que te hagas un cafelito, te sientes tranquilo frente al ordenador y aproveches todo lo que tiene que contarte.
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Queridos psicosupervivientes, jipis ilustrados, lectores de Marina: tengo el honor y el reto de escribir a una audiencia acostumbrada a los posts de alta calidad, así que voy a hacer lo posible por estar a la altura de las circunstancias, escribiendo sobre un tema en el que estoy metido al 100% últimamente: la implementación.
Todos sabemos que leer el post «10 consejos para una vida feliz» y ponerlo en práctica son dos historias muy distintas. Personalmente, soy culpable de sentirme inspirado por mis propósitos unos días, pero al poco tiempo se me olvida y vuelvo a mi modus operandi habitual. Al cabo de las semanas, los meses y los años, uno se acaba convenciendo de que hacer cambios es predisponerse a volver a lo de siempre, tarde o temprano. Es el Síndrome De Los Propósitos De Año Nuevo.
Por lo general, los cambios nos ocurren sin darnos cuenta o como consecuencia de nuestras circunstancias. A veces esperamos a ver las orejas al lobo o a estar suficientemente motivados para movernos de nuestra casilla. Por eso estoy muy interesado en aprender todo lo posible sobre la implementación: cómo incorporar cambios de forma permanente, a largo plazo y de manera satisfactoria. Si consigo hacer esto, podré rediseñar “lo habitual» y «lo de siempre» para que me lleven en piloto automático hacia donde quiero ir y quien quiero ser. El asunto promete.
Imagino que no estoy solo en esta aventura. Seguro que tú y yo rumiamos sueños que cumplir y asuntos que mejorar o cambiar en la vida. Estos pueden ser la forma física, la cuenta corriente, pasando por relaciones personales y actitudes interiores. Mi interés por estos cambios me llevó a informarme y, después de educarme en diversos temas, caí en la perogrullada: saber algo no quiere decir que lo esté aplicando. El conocimiento no es garantía de éxito. Así que toca volver a la casilla de salida, a lo más básico y difícil: poner en práctica lo que sabemos, instalarlo no sólo en la cabeza sino en el resto del sistema. Actuar. Implementar.
Este post es una invitación. Tanto a Marina como a mí nos encanta escribir, ayudar e inspirar en el camino, pero al final lo que cuenta es si conseguimos ponernos en marcha.
La selección
¿Por dónde empezar? Cuando me hago un lío, mi madre dice que empiece «por la izquierda». Es una forma sencilla de decir que da igual por dónde empieces el camino, pero hay que hacerlo. Por lo general, comenzamos por el tema que más preocupación nos produce en un momento concreto, o lo que más ilusión nos hace. Si tienes dudas de por dónde empezar, te lanzo unas pistas en forma de «pregunta profunda»:
- Si pudieras cambiar una sola cosa de tu vida ¿qué sería?
- Si tuvieras una varita mágica y pudieras hacer que todo fuera perfecto, ¿cuál sería el cambio más grande que veríamos?
- Si hoy fuera 31 de diciembre y miraras atrás a este año, ¿qué te gustaría ver y sentir acerca de tus decisiones y logros?
- Si la vida pudiera hablar para pedirte algo ¿qué te estaría pidiendo?
- Si el mundo te pidiera que te pusieras a su servicio ¿qué harías para contribuir?
- Al llegar al final de tu vida, ¿qué te dolería no haber intentado, aunque hubieras fracasado en el intento?
- ¿Qué 5 cosas te dan más miedo y te harían crecer si las intentaras?
¿Cuáles han sido tus respuestas? ¿Con cuál quieres empezar? Empieza con una fácil y emocionante para ti. Intenta elegir sólo una cosa. Mi experiencia dice que si queremos cambiar mucho al mismo tiempo, entramos en barrena y abandonamos a la mínima de cambio. Mejor ser como un láser: apuntar a una sola cosa pero con gran intensidad. Una vez que lo tengas, hay que ponerse en marcha. No te preocupes demasiado por haber seleccionado bien o mal. En mi experiencia, el simple hecho de comenzar desata nuevos cambios.
La preparación
Comparto aquí los pasos que yo doy en mi preparación para implementar un cambio. No están escritos en piedra y son únicamente pistas de lo que me funciona a mí. Te animo a encontrar tu forma de prepararte, ya que la preparación es el momento en el que hacemos acopio de las herramientas, y este simple acto allana el terreno.
- Decido dedicar 30, 60, o 90 días al ese objetivo, cambio o hábito. Todo lo demás pasa a un segundo plano. Eso reduce la presión de pensar que mi implementación es para siempre, y me hace pensar en ello más como un experimento que como un cambio permanente.
- Pongo un calendario en la pared en el que voy haciendo comentarios de cada día, y voy firmando. Es entretenido de mirar cuando acabas. Además, sirve de recordatorio, ya que lo normal es olvidarnos de nuestros objetivos por estar metidos en el día a día.
- Si necesito algún material o información, lo preparo antes de empezar. Si es un programa de ejercicios, lo tengo listo antes del día 1. Si es un tipo de dieta, preparo la nevera.
- Sólo comento mi proyecto con aquellos que sé que me apoyan. Los cambios son frágiles al comienzo y no necesitamos «desanimadores».
- Hago una lista de los obstáculos externos que van a llegar, porque llegan. Cuando llegan, les digo «hola, te esperaba», y sigo adelante. Todo obstáculo puede ser una excusa para abandonar o un escalón en el que pegar un salto. Yo ya he aprendido que con cada cambio que me propongo, la vida lanza varios obstáculos previstos y un par de imprevistos para ver si voy en serio. Es automático.
- A veces me busco un «compañero de collejas». Esto es alguien que esté dispuesto a darme una colleja si no cumplo, alguien a quien informar de mi progreso. Es un gran truco mental, y nos ayuda a asociarnos con personas que tienen nuestro interés en mente.
El comienzo – combatir la inercia
Los primeros días son esenciales. Ya que nos hemos preparado y mentalizado, en un momento dado entraremos en el día 1 e implementaremos el cambio. Así es como personalmente enfrento estos primeros días:
- Percibo la disonancia cognitiva y le doy la bienvenida. Esto es la «incomodidad interior» de hacer un cambio al que no estamos acostumbrados todavía. La disonancia cognitiva es el limbo que hay entre donde estamos y donde queremos llegar. Es desconcertante, desorientador, temporal y desaparece si tenemos éxito. También desaparece si abandonamos en el intento, de ahí las tentaciones de abandonar los propósitos. Es como la primera clase práctica de conducir (y la segunda, y la tercera…).
- Intento tener mis motivos a la vista. En ocasiones en forma de póster donde ir escribiendo cada día: «quiero estar en forma porque…», o «quiero estar de buen humor porque…» y lo voy rellenando para reforzar mi motivación. No siempre los motivos del cambio están en la superficie, y hay que profundizar para encontrarlos. El que estén en el fondo del alma no quiere decir que sean menos válidos, sino que quizá nos da más miedo o más pereza cambiar. Tenerlos a la vista es un buen recordatorio, y cuantos más recordatorios, mejor.
- Escribo describiendo mis sensaciones sobre lo que es llegar a la meta, en quién me he convertido cuando he conseguido el objetivo o he implementado el hábito. Trato de ir formando una imagen mental todo lo detallada y emocionante que puedo, como Daniel Sam hacía con el bonsai del Señor Miyagui (para aquellos «de edad» que conozcan Karate Kid al dedillo).
- Percibo todas las resistencias interiores, desde la pereza a la vergüenza, pasando por los «quién te crees que eres» o “no lo vas a conseguir” del capullín interior. Hago como si fueran «Radio Olé» y las ignoro todo lo que puedo (mis respetos a Radio Olé). En ocasiones les echo una bronca a estas resistencias para que se comporten: «aquí mando yo, coj…». En otros casos imagino que soy un documentalista relatando cómo se produce un cambio. Vamos, que hago lo posible para no tomarme mis pensamientos y sensaciones como algo personal.
- Busco todas las formas posibles de hacer el cambio entretenido, curioso, divertido, alocado, emocionalmente positivo. Cambiar puede ser difícil, pero no tiene por qué ser aburrido o desagradable.
- De perogrullo: me entrego al 100%. No hay progreso sin intensidad.
Primeros logros y meseta
Llega un momento en que el cambio empieza a entrar en piloto automático. Es motivo de felicitación, pero no hay que bajar la guardia. Aquí se llega a «la meseta» y hay que seguir, porque no es el final, es el comienzo del éxito silencioso, el comienzo de una nueva inercia.
- En ocasiones, hay que llorar un poco por «lo que queda atrás». Todo cambio implica abandonar ciertas cosas y adquirir nuevas identidades. No se puede cambiar algo sin dejar cosas atrás, y eso exige valentía. El truco está en hacer que «lo que llega» sea mucho más atractivo que «lo que dejamos atrás». ¿Qué hemos dejado atrás? ¿Valía tanto la pena? ¿Podemos actualizar eso que dejamos atrás y reincorporarlo de un modo más positivo?
- Este es el momento de asentar los cimientos. Todo lo que podamos hacer para solidificar esta nueva inercia e identidad es bienvenido.
- Para poner el cambio en piloto automático, hay que acabar identificándose con el cambio que hemos hecho. Ayuda recordar que nuestra identidad es sólo una idea que tenemos de nosotros mismos y que esa idea se puede modificar. No debemos aferramos a ella como si fuéramos a morir si la perdiéramos. Es mejor pensar en la identidad como en un proceso creativo, como un jarrón en manos de un alfarero: podemos irla modificando, moldeando, cuidando hasta que tiene la forma que queremos. La identidad está a nuestro servicio y no al revés. Si no nos sirve, se cambia, y la meseta es el momento de ir definiendo una nueva identidad que nos sirva y entusiasme.
Llegada a la meta
En algún momento llegaremos al día 30, 60, o 90 de nuestro programa de implementación de cambio. Aquí hay que ver si queremos seguir adelante o volver a como eran las cosas anteriormente.
- Si quiero seguir adelante, he tenido que poder integrar el cambio, para dejar de sentir que estoy haciendo un esfuerzo o persiguiendo un logro. Esto es, hacerlo parte de «quien soy». Por ejemplo yo ahora soy un «no fumador». Pienso y me comporto como tal porque ya es parte de mi identidad, no tengo que hacer ningún esfuerzo ni acordarme de no fumar. Me he identificado, lo he integrado.
- En ocasiones me pongo otro reto que continúe en la misma dirección del primero, para ayudar a reafirmar un cambio que me ha gustado implementar.
- Celebrar es importante 😉
Armas secretas de Maestro Jedi
En principio, con lo que hemos discutido arriba, tendríamos las herramientas básicas para implementar un cambio, pero aquí dejo algunos pensamientos extra que pueden ser muy interesantes de explorar.
- Supermotivadores: existe escondido dentro de nosotros un interruptor que, si lo activáramos, pondría el cambio en piloto automático de forma instantánea. Esto les pasa a muchas fumadoras cuando reciben la noticia de que están embarazadas y dejan de fumar al instante. ¿Cuál es ese «supermotivador», eso que hace click y lo cambia todo al instante? ¿Qué es aquello que, si ocurriera, o creyeras, haría que desaparecieran todas tus resistencias a cambiar?
- No esperes a que “te apetezca”. Salvo excepciones, los cambios no apetecen. Si apetecieran, otro gallo cantaría. Lo que queremos y lo que nos apetece muchas veces son cosas distintas. Hazlo aunque no te apetezca y evalúa al final.
- Convierte tu cambio en algo que vaya más allá de ti mismo. El motivador más poderoso del ser humano es el servicio a los demás o a un propósito que trasciende nuestra individualidad. Todo cambio se vuelve mucho más valioso si sirve a algo más grande que nosotros mismos. Cuando tengas momentos malos, piensa en cómo tu cambio afecta e inspira a tus amigos, familia, compañeros, o incluso al mundo entero (porque de algún modo cósmico raruno, lo hace, todo se conecta, todo suma).
Conclusiones
Esto es lo que por el momento puedo contar acerca de implementar un cambio: seleccionar algo importante, darnos un período de tiempo para probarlo, probarlo con intensidad con todos los motivos bien frescos en la mente día a día, esperar a que se ponga en piloto automático y aprender sobre la marcha sin bajar la guardia.
Espero que dentro de un tiempo pueda ofrecer más «trucos» y «atajos» para conseguir implementar el progreso de un modo más eficiente. Todo arte se vuelve mejor con el tiempo, así que lo más práctico que podemos hacer es ponernos a ello, implementar y aprender. No esperemos a la técnica perfecta o el momento idóneo. Empecemos e iremos aprendiendo. Caerse y levantarse es parte del proceso, pero es emocionante.
Por último, voy a ser asquerosamente obvio en mi mensaje final: ya somos perfectos tal y como somos. No “tenemos” que cambiar nada si aprendemos a querernos y a apreciarnos en el punto donde estamos. Valemos tal como somos, no hace falta más… pero dentro de nosotros siempre hay una fuerza que quiere superar los límites que conoce e ir más allá, así que respiremos hondo y vayamos a por el siguiente paso allá donde nos lleve.
Crece, disfruta, aprende, rétate a algo nuevo, libérate de antiguas cadenas.
Muchos abrazos, ánimo y ¡suerte!
Jon
P.D.: Por si te interesa, mi cambio actual pasa por coger el hábito de salir con la bicicleta durante 33 días seguidos para celebrar mi cumpleaños número 33. Es también un segundo intento en el reto de ponerme en forma, que no salió demasiado bien la otra vez que lo intenté.
[Imagen: Jon Valdivia]
La verdad es que me gustaría mucho ser capaz de seguir esta ruta para cambiar aquello que quiero cambiar…
Tiene más razón que un santo, pero del intelectualizar y sentirme reflejada con todo ello, a ponerme las pilas para empezar el proyecto… hay un trecho. Siempre encuentro excusas para postergarlo…
¡Soy la reina de la postergación!
Hay una cosa que dice y con la que me siento especialmente identificada…
“El motivador más poderoso del ser humano es el servicio a los demás o a un propósito que trasciende nuestra individualidad”
En muchos casos me motiva mucho más la felicidad o ilusión que veo al poder ayudar a otra persona, a conseguir un objetivo para mí misma…
Y no estoy para nada de acuerdo cuando alguien me dice al respecto… “Eso es porque no te quieres lo suficiente” o cosas así…. Pues aunque es verdad que “ la caridad empieza por uno mismo” creo que se trata más de enfocar hacia otra persona y sus necesidades cuando haces balances de tus privilegios y tus propias necesidades, y siempre crees estar en deuda con el universo… La verdad es que me está costando expresar lo que siento y quiero decir.
Es como si por un lado reconociera mis carencias y mis áreas de mejora, y por otro mi sentir del momento me empuja continuamente a actuar de otra manera, muchas veces como digo enfocada en otra dirección…
Lo que me cuesta aceptar es eso de ..
“ya somos perfectos tal y como somos. No “tenemos” que cambiar nada si aprendemos a querernos y a apreciarnos en el punto donde estamos. Valemos tal como somos, no hace falta más”
Me suena a eso que se dice tanto de forma automática y con lo que no estoy para nada de acuerdo de “tú vales mucho” . Es como una coletilla para dar ánimo a alguien que creo es equivocada… Hay personas que siguen sin valer mucho por tristes que estén y por mal que lo estén pasando…
Prefiero pensar en darle un enfoque más dirigido a ayudar a una persona a descubrir y pulir sus valores, que por supuesto todos tenemos los nuestros, que a darle falsos ánimos presuponiendo unos valores que realmente no tiene…
Creo que el valer tal y como somos puede ser valido si esa forma de ser uno mismo aporta felicidad o plenitud, por imperfecto que uno sea, y no hace daño a los demás, pues de otra manera me parece más una forma de aceptación automática que de verdadera evolución personal.
Y no quiero decir con esto que tengamos que ser super exigentes ni deprimirnos si no conseguimos nuestros objetivos cuando queremos conseguir ciertos cambios, porque entonces se convierte en una carrera de ansiedades. Pero tampoco está mal hacer un nuevo ajuste cuando vemos lo que no nos gusta de nosotros mismos, para conseguir estar más a gusto con lo que somos…
Quizás si debemos plantearnos si el esfuerzo tan grande que se necesita a veces para hacer un cambio, merece la pena o aceptar nuestras imperfecciones es la forma más perfecta de poder ser uno mismo…
Gracias a los dos por intentar siempre ayudar a los demás
:))
Un beso
Silvia
Hola Silvia!
Gracias por comentar largo y tendido. Qué ilusión 😉
Te comento sobre la famosa frase de
“ya somos perfectos tal y como somos. No “tenemos” que cambiar nada si aprendemos a querernos y a apreciarnos en el punto donde estamos. Valemos tal como somos, no hace falta más”
Está ahí como un antídoto a lo que creo que es una epidemia de falta de autoestima. Empezando por los anuncios de la tele: tu pelo nunca está lo suficientemente sedoso, tu afeitado no es perfecto, tu pies huelen, tus careto mañanero es una ofensa y el agua que bebes no está suficientemente desmineralizada. También la literatura de auto-ayuda muchas veces nos da a entender que tenemos que pulir nuestras personalidades y «algún día» llegaremos a cierto nivel de perfección aceptable para ser el superman o superwoman «que estás destinado a ser».
Es un truco de marketing: hacerte sentir insuficiente o no aceptable para que compres algo y corregir esa deficiencia.
Como víctima inicial de ese tipo de pensamiento, tengo que recordarme (y recordar a mis lectores) que como seres humanos tenemos un valor inherente e inamovible. Y sí, está bien querer cambiar, y con cuantas más ganas mejor para ir a más, pero hay que tener cuidado de no caer en la trampa de pensar que no valemos como personas y que ciertos cambios nos convertirán en válidos. Suele ser más bien al revés: porque somos valiosos, merece la pena ir a mejor. Y también como el vecino es valioso, merece recibir lo mejor de nosotros (aunque su afeitado no sea de sedoso wilkinson).
Abrazos mil. Gracias por leer.
Jon
jajjajajaja….
Me estoy dando cuenta que la edad media de los blogs que estoy leyendo ultimamente está más de una decada por debajo de la mia….
cuando he vuelto a leer el post (muy interesante, gracias) y he leido eso de
«para aquellos “de edad” que conozcan Karate Kid al dedillo
… me ha hecho sentir vieja y me ha recordado al dia que mi madre renegó, leyendo un periodico, cuando la periodista decía «una anciana de 64 años… bla.. bla… bla» jajajjajajajaja, ¡Con lo pimpolla que está ella con sus 69 años!
;))
A mí los niños del barrio me dicen lo de «señor, ¿me devuelve el balón?»… mira niño que vamos a tener un par de palabritas… señor…
Genial el post . Gracias a los dos !!! Me cuesta elegir qué quiero cambiar , tengo dos cosas muy importantes . Las dos las veo muy dificiles de lograr. Pero creo que el artículo ha hecho un click en mí y quien sabe …Feliz verano !!
Feliz verano, Siro!
Pues a por esos cambios!!! Todo mi ánimo 🙂
Me ha inspirado mucho!
Lo del calendario no se me habia ocurrido…pero creo que lo voy a hacer!
Yo comence mi cambio hace unos 5 meses, aun sigo al pie del cañon, he bajado mi indice de masa corporal de 32 al 26%, yendo al gym a la hora del almuerzo…hay dias que me cuesta horrores asi que estoy contigo en la parte de que no esperes que te apetezca!!
Tambien gracias a Marina me estoy levantando cerca de dos horas antes para pasar tiempo de calidad conmigo misma y aprendiendo cosas nuevas…Asi que os agradezco a los dos que nos deis esos empujoncitos, o patadas en el culo^.^, que son, a veces, tan necesarias…
Chu!!
Hola Caro chan!
Del 32 al 26%… serás crack! 5 meses!! Ole, ole, y ole.
Yo también ando ahí ahí bajando un poco de lo que se ha ido acumulando a base de dejar de fumar y hacer vida sedentaria. Hasta ahora el mejor truco para bajar peso ha sido pillas dos gastroenteritis seguidas y acabar en los huesos, pero no lo recomiendo. Estoy volviendo a la bici diaria (aunque no apetezca).
Si lees inglés te puedo recomendar un gran libro llamado «slow burn», acerca de cómo reentrenar tu metabolismo para quemar grasas y no azúcares. Es ejercicio aerobico muy suave para «recondicionar» el sistema, y no sólo se trata de perder peso sino de tener más energía. Es muy interesante:
http://www.amazon.es/Slow-Burn-Faster-Exercising-Slower/dp/0062736744/ref=sr_1_2?s=foreign-books&ie=UTF8&qid=1374218854&sr=1-2&keywords=slow+burn
Abrazos mil,
Jon
Muchisimas gracias!y si, leo ingles! Fui azafata de vuelo en una compañia inglesa asi que por narices…jejeje
Voy a echarle un vistazo!
Hola Jon, me ha gustado mucho tu post y justamente lo que más me ha resonado es el final, el «ya somos perfectos tal y como somos», porque es totalmente cierto!!
Desde mi punto de vista, nacemos cargados de una gran autoestima, de amor hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia la vida y poco a poco eso va desapareciendo, o mejor dicho, nos lo van «desgastando»: que si eres muy inquieto, o demasiado tímido, o que si eres como tu abuelo (el cabrón), o no paras de llorar, o eres demasiado lento acabando el dibujo, o muy feo, o muy tonto, o hablas demasiado, o tienes que ser mejor que yo, o tienes que seguir mis pasos…. Así vamos perdiendo el respeto y amor por nosotros mismos y en consecuencia, por los demás y pasamos a invertir una cantidad ingente de tiempo y energía en intentar disimular estas carencias que creemos tener para poder encajar y merecer ser queridos.
Cuando te planteas un cambio es interesante preguntarse el porqué: ¿es acaso el enésimo intento de parchear mi supuesta imperfección? Si este es el motivo, creo que la posibilidad de fracaso es alta aunque sea a largo plazo porque dentro de tí SABES que eres ese tonto, incapaz, perezoso, gordo, feo o fracasado. Y lo que se ES no se puede cambiar y probablemente te autosabotearás para reafirmarte en estas creencias.
Si por el contrario, partes de la base de ser ya “perfecto”, merecedor de amor y respeto por el simple hecho de haber nacido, y el cambio que quieres acometer es simplemente una nueva posibilidad de vivir la vida, la presión y el autosabotaje se reducen.
Evidentemente, si esperamos a tener un alto grado de autoaceptación para realizar cambios, nunca avanzaremos, el camino se hace andando, pero me parece muy útil tener este concepto en el horizonte para procurar no caer en trampas de cambios que no nos lleven a un bienestar y autenticidad reales.
Así que completamente de acuerdo con la respuesta que has dado en uno de los comentarios :-).
Ciao
Pues estamos de acuerdo en estar de acuerdo 🙂
Todo funciona mucho mejor si partimos de un «buen rollito razonable» (ahí te dejo eso, Marina, para que desarrolles sobre ese concepto tan académico).
Un abrazo
Lo que tú dices es algo que tengo muy presente: cómo determinan los demás la vida que vivimos. Aparte de lo que comentas sobre si los cambios vienen de nostros o del exterior, hay otra cosa y son las posibilidades con las que contamos. Yo puedo desear tener un trabajo o irme de copas una noche, pero mi capacidad para lograr eso es limitada; depende de que los demás me den el trabajo o de que tenga a alguien con quien salir esa noche. Tantas y tantas veces deseamos y nos preparamos para cosas que no dependen de nosotros. Tantas y tantas veces las cosas de nuestra vida dependen de los demás, que es aterrador el poco nivel de control que podemos tener sobre ello, la verdad.
Me ha gustado la idea del calendario para tenerlo todo de una forma más esquemática y tenerlo a la vista todos los días 😀
Yo soy de tener muchos frentes abiertos a la vez y luego se me olvidan la mitad de las cosas que quería hacer y cuando acaba el día digo ‘ups…’. Así que está muy bien eso de centrarse en una sola cosa…
También me gusta lo de hacerte una lista con los obstáculos que te pueden ir apareciendo.. así no te pillan desprevenida y ya tienes una idea de lo que hacer en cada caso.
Un saludo.
Hola Isabel,
Tú y yo pecamos de lo mismo. Yo soy un poco como los perros de la película UP!, que están todo el día «ardilla! ardilla! ardilla!».
Aprender a decir que no a todo lo demás hasta que lo primero está hecho es todo un arte y una disciplina para nosotros, inquietas mentes con déficit de atención 😉 El calendario ayuda… aunque he descubierto otro truco, pero quizá lo dejo para otro post. Hay que mantener el misterio!
Jon
Gracias Jon y Marina por esta colaboración. Es un post muy completo y resulta fácil capturar ideas para un proceso tan poderoso como es la implementación del cambio.
Desde hace unos siete meses inicié una revolución interior de «urgencia» para retomar las riendas de mi vida y me he sentido identificado con gran parte del contenido de este post.
Desde mi experiencia, un elemento clave durante las primeras fases es la orientación. Cuando uno pone todo su empeño, tiempo y esfuerzo es importante emplearlos en la dirección adecuada. Y los pequeños altos en el camino para abstraerse y tomar perspectiva nos servirán de brújula.
Saludos
Pedro
Totalmente de acuerdo, Pedro. Nada fastidia más que tener éxito en algo que no vale la pena.
Saludos!
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¿Eres informático? (lo digo por lo de «implementar» y «atajo») 🙂
Me ha gustado mucho. Yo la verdad es que siempre suelo fracasar cuando me propongo un cambio demasiado existencial. Sin embargo la idea del calendario me gusta, porque puede que elimine o al menos reduzca esa tendencia que tengo a abandonarlo por esas vocecillas que dicen «No lo vas a conseguir, y aunque sí, total, todo esto para qué».
Creo que si lo es, lo pone al principio del post….un informático (como yo) metido en temas de superación personal….cuanto menos, a mi, me resulta motivante 😉
Uy, gracias… por lo que parece me cuesta unas frases empezar a leer con atención 😀
Hola Marta y Juan Carlos…
Pues sí, tengo formación de informático y vocación de músico vagabundo. Me muevo con la tecnología como pez en el agua, pero la vida me parece demasiado interesante para vivirla pegado a la pantalla. Esto me ha llevado a trabajos que tenían poco que ver con mi formación inicial… Aún así, la informática es un gran medio para poder comunicarnos y crear (dos actividades que me interesan mucho más que la programación).
Saludos!
Jon
Jon
¡Hola Jon!
Gracias a ti por contestar ;))
El enfoque que tu le das (pelo bonito, afeitado perfecto, pies frescos, cara menos bonita…) alude a rasgos físicos y a valores digamos, más superficiales. Yo me refiero a valores de otro tipo (bondad, consideración, generosidad, entrega, etc…)
Por eso para mi, los valores inherentes e inamovibles no están ligados a rasgos físicos con los que uno puede estar más o menos contento y debe pensar “que es así perfecto como es”… porque es así y punto (que también existe la posibilidad de mejorar o mantenerse a través de ejercicio físico, comer bien, cuidarse la piel o hacerse algún retoque y no por menos importante deja de ser valido si no supone ningún problema y hace sentirse a uno mejor… pues yo no tengo que elegir entre ser buena o tener un buen físico, por ejemplo, todo es compatible)
Mi punto de vista es… ¿acaso esa persona cutre, egoísta, desconsiderada, mala, mentirosa, holgazana etc… es perfecta así como es? Si es así… ¡viva la imperfección! Porque yo prefiero a la persona bondadosa, considerada, honesta, generosa, trabajadora etc…
¡A eso me refiero yo! .. Imagino que después de estos ejemplos ha quedado más clara mi postura.
¡No todos somos iguales ni perfectos tal y como somos! Me niego a que sea así… NO ES ASI. …. Lo que no quita para que esa persona cutre y egoísta, sea consciente de cómo es, y quiera mejorar y ser mejor persona…
Hay personas grandes y hay personas mierdas. Hay personas que dan valor a la sociedad porque además en sí mismos son valiosisimos, y hay personas que son un lastre y auténticos parásitos que contaminan todo lo que tocan…
Que todos tengamos el derecho a tener ciertas oportunidades es otra cuestión, ahí sí estoy de acuerdo
Un abrazo.
Gracias por contestar
Silvia
Silvia, Silvia, Silvia…
Me estás picando a un debate (bueno, me estoy picando yo solo y me conozco, esto promete). Vamos a ello 🙂
Mi ejemplo de los rasgos físicos es eso, un ejemplo superficial que cumple un propósito. También otros anuncios de televisión o títulos de libros apelan a otro tipo de rasgos. Algunos anuncios te dicen que tu pelo no es suficientemente sedoso, pero otros te dicen que no eres una buena madre si no cuidas de las defensas de tus pequeños con L-caseinmunitas, y eso es un valor personal: ser o no ser una buena madre. Otros trampas de marketing apelan a otros valores, tales como el éxito profesional («no eres suficientemente válido si no alcanzas X nivel en tu carrera»). Estoy de acuerdo contigo en que esos valores no tienen por qué ser incompatibles, pero mi ejemplo tenía el propósito de concienciar sobre una trampa mental que nos ponemos solitos, y que el mercado utiliza para vender (incluido el mercado de la psicología y la auto-ayuda) .
En el fondo, más allá de qué ejemplo utilice, lo que quiero es llamar la atención sobre la estrategia que el mundo utiliza para hacernos sentir X, de modo que compremos Y o hagamos Z. Lo que pretendo es que las motivaciones para el cambio sean conscientes y propias, no fruto de algo externo.
Ahora bien, estamos de acuerdo que yo prefiero a Silvia C que a Adolf Hitler o Hannibal Lecter por esos valores personales. Puestos en una balanza, no es lo mismo ni es igual, y según mi propia escala de valores te prefiero a ti que a Adolf (aunque hay gente ahí fuera que no elegiría igual que yo).
Y con esto llego a mi conclusión y a explicar un poco mejor mi forma de entender el cambio. Estoy de acuerdo en que no todos somos iguales ni perfectos cuando nos ponemos la lupa encima. Generoso es mejor que no generoso. O alegre es mejor que triste. A grandes rasgos podemos estar de acuerdo en esa evaluación, pero si no «aceptamos la imperfección» no hay manera de avanzar. El «ser perfecto» al que yo me refiero no es una ausencia de faltas, o una santidad irrealizable, es más parecido al cariño que tiene un padre por un hijo: total aceptación PESE a los defectos, no debido a la ausencia de los mismos. Es una especie de «mi niño es perfecto aunque aún se le caigan esos mocazos verdes, estamos trabajando en ello», o «mi novia es perfecta aunque Angelina Jolie esté más tremenda y tenga más millones que pelos tiene mi pastor alemán».
Me veo en la coyuntura de ponerme de ejemplo. Con el paso del tiempo he ido detectando ciertos defectos en mí (sorprendentemente). Algunos no me importan demasiado (tengo una verruga feísima en la espalda, y mis tortillas de patatas dejan que desear). Otros me importan más (a veces soy de un arrogante o egoísta que tira para atrás, y cuando descubro eso en mí no sé dónde meterme). El caso es que me ha resultado mucho más fácil salir adelante con la actitud de: «ok, Jon tío, eres perfecto como eres, con virtudes y defectos». Si me acepto como soy, de repente me relajo, me siento cómodo con todas mis imperfecciones, respiro más tranquilo y, como consecuencia, tiendo a ser más abierto, más generoso, y menos arrogante (dice Jon humildemente, jua jua jua). Mi total aceptación me hace pensar que merezco mejorar, avanzar, tropezar, liarla parda y tener algunos éxitos.
Si por otro lado hago como solía hacer hasta hace poco, me paso el día monitorizando mis imperfecciones, sintiéndome no suficientemente bueno porque tengo unos cuantos defectos imperdonables. Es una receta para entrar en espiral: si no soy suficientemente bueno, tampoco lo soy para cambiar ni mejorar. Como consecuencia, lo único que puedo hacer es fingir perfección, y eso me vuelve más arrogante todavía, más falso y más encerrado en mí mismo. Si mejoro algo, temeré perderlo o que no sea suficiente. Si algo bueno me ocurre, posiblemente ha llegado a mí por error, porque aún no he llegado al punto de aceptarme y por tanto no merezco las cosas buenas que me pasan. En términos bíblicos te vuelves un «sepulcro blaqueado»: quizá por fuera consigues una pátina de perfección, pero por dentro te vas vaciando.
En resumen: te doy la razón. No somos perfectos, pero hasta que no aceptas perfectamente quien eres, imperfecciones incluidas, y te quieres y perdonas y disfrutas así, todo lo que hacemos es dar vueltas sobre nuestro ombligo puliendo superficies sin cambiar los motores. Y ahí es donde hay mucha gente que explota nuestra inherente des-aceptación para motivarnos al cambio, o al consumo. Es el carro delante del caballo. Hay que aceptarse primero. Una vez que te quieres así, sientes que mereces mejorar. Si no, nunca nada es suficiente.
(Aún podemos estar en desacuerdo :P)
Un abrazo y gracias por darme la oportunidad de rascar en mis argumentos. Siempre ayuda.
Jon
Gran explicación de la aceptación! Gracias a los dos por el debate!
Jon, que bien lo has explicado. 100% de acuerdo, yo también he experimentado ese cambio a mejor cuando por fín aceptas tus virtudes y defectos.
Pues yo voy a empecer mañana un proceso CAMBIO. Me ha gustado mucho lo del calendario, especialmente lo de firmar. Creo que voy a añadirle un autobailedelcambioenplancheerleader a cada firma.
Muchas gracias Jon por colaborar y a Mopi por ser capaz de haber creado todo esto.
Me da la impresion que en el fondo estamos de acuerdos con los conceptos de aceptacion de uno mismo y quizas es simplemente la palabra » perfecto» la que hace que ricemos el rizo por su significado en particular. Al final creo que no hay que darle tantas vueltas..pues en el fondo lo que se trata rs de aceptarnos con naturalidad con imperfecciones incluidas.
Buen post y animo a todos si decidimos poner en practica tantos buenos consejos como aqui nos dejas.
Gracias por molestarte en contestar , jon
Marina…Gracias por tu reomendacion. Me esta pareciendo muy interesante el libro de 18 minutos.
Un beso
Marta (Galicia) … Siento mucho el accidente de ayer. Me he acordado de ti.
Espero que no conocieras a nadie.
Ha sido un drama horrible…
:((
Saludos
Silvia
Hola, Silvia. Perdona, no había visto el comentario hasta hoy. Muchas gracias!!! Fue tremendo, sí. (La verdad es que por desgracia sí que conocía a una chica). Un besote.
Hola ! Recién leo este post y me encantó ,justo en el blanco con lo que buscaba y me motivó bastante ,son tiempos de cambio y recién comienza el año … Gracias ! Aunque ya hace algunos años que está disponible en internet ya saben lo que se se dice : Cuando el alumno está listo ,el maestro aparece»