Antes de ayer, cuando terminé de escribir el post del día, le comenté a Pablo: «no me gusta escribir este tipo de posts. No me gusta quejarme de las cosas». Siempre procuro expresar mis opiniones de forma mesurada y comprensiva, pero sé perfectamente que cuando la intención es la crítica, al final uno atrae posturas en las dos direcciones y los comentarios se convierten en la morada del juicio.
Juzgar es un hábito muy arraigado en nuestra mente. Es una reacción instintiva. Un ejercicio muy típico en talleres de meditación y mindfulness es tratar de contar los juicios que uno hace a lo largo del día. Cuando llegas al juicio número veinte en los primeros cinco minutos, te das cuenta de que el ejercicio va a ser mucho más difícil de lo que pensabas.
En Internet no íbamos a ser menos. En un universo digital donde todo el mundo tiene su opinión, el hábito está bien establecido. Consumir-juzgar. El juicio está automatizado con botoncitos: «me gusta» o «compartir». Además, juzgamos los juicios ajenos. Yo llevo fatal que la gente me lleve la contraria, al menos los primeros cinco minutos. Es graciosa, la mente. Leo un comentario opuesto a algo que haya escrito, y lo primero que me sale es el ego protestando. Mi mente genera aclaraciones y contraargumentos. Comienzo a redactar otro comentario de respuesta en mi cabeza mientras estiro los dedos sobre el teclado.
En general, sin embargo, ya habéis visto que contesto pocos comentarios, y casi ninguno que exprese una opinión manifiestamente contraria. Yo no recuerdo el último día que gané una discusión en Internet; si alguien ha tenido esa experiencia, me encantaría leerla. En general, los contraargumentos que se me ocurren ya están explícitos o implícitos en el texto original, ¿por qué iba a dejarse convencer alguien con quien no resonaron la primera vez? A no ser que considere que algo no ha quedado lo bastante claro, lo veo una pérdida de energía y de tiempo.
Prefiero cambiar la mentalidad de discutir por la de elegir, e imaginar el mundo como una gran cocina con muchísimos ingredientes en las estanterías. Cada uno puede escoger los ingredientes que quiera para preparar su comida; yo utilizaré los míos y procuraré no molestar. Tenemos mucha, mucha suerte de disponer de Internet, este gigantesco hervidero de ideas y recursos. Leer, seleccionar e implementar ya requiere suficiente energía. El paso de convencer a quien pueda no estar de acuerdo me resulta excesivo. Yo sé lo que resuena conmigo y lo que no, y los lectores también lo saben.
Curiosamente, este mismo post es un juicio sobre los juicios, e incluso una autojustificación sobre los juicios y un intento de quedar bien con mi decisión de no contestar a los comentarios negativos. Es imposible no juzgar y es imposible esconder la cabeza del ego. Aun así, quería compartir estas reflexiones con vosotros, como una especie de metajuicio en tiempo real y como un experimento inintencionado dentro del post. ¿Cuáles son vuestros juicios acerca de mi juicio sobre el juicio? ¿Es posible cambiar la mentalidad de convencer por la de elegir? ¿Es útil discutir, o es un gasto de tiempo y de energía (y, de nuevo, en esa pregunta está también implícita una discusión)?
Demasiada reflexión para un viernes a estas horas, pero no me da para más la cabeza 🙂 Pasad un feliz finde, jipis queridos.
[Imagen: dnnya]
Ojo, los juicios también pueden ser positivos (son los que pasan mas desapercibidos) pero no por ello dejan de serlo,….feliz finde!
Yo creo que debe de existir una forma ideal de discutir según la cual estemos abiertos a comprender y contrastar argumentos y así aprender sobre posturas contrarias antes que defender la nuestra. Eso sí, ni idea de cómo ponerla en práctica (: Al menos en vivo, leer discusiones ajenas en que nuestro «ego» (aunque no sé bien qué quiere decir eso) no está envuelto está bien como ejercicio.
Convencer lo veo prácticamente imposible, aunque sí puede ser útil explicarse (más), si nos parece oportuno (y posible) que entiendan mejor nuestra postura; en ese caso, le veo la utilidad a discutir.
Lo de los juicios me está liando la cabeza xD. Por ejemplo, si elijo algo, ¿no es porque lo juzgo la mejor de las opciones? Necesitamos juzgar para elegir, ¿no? Aunque habrá que intentar no hacer de nuestros juicios una trinchera.
¡Buen finde!
Cuando de opiniones se trata no intento convencer a la gente, ni si quiera a mí mismo de que la mía es la única o la más acertada. Las discusiones, bien guiadas, ayudan a esclarecer y reflexionar sobre la propia y las distintas posturas. No obstante, frecuentemente se alargan o desvirtúan a causa de ¿complejos de inferioridad? ¿envidia? Quiero decir, si acepto el resto de posturas no tengo que imponer la mía ni entrar en conflicto. A no ser que tenga envidia o sienta que atacan mis puntos débiles.
Desde luego, a la hora de decidir elegir en lugar de convencer, juega un papel importante la humildad, no crees?
La palabra «discutir» siempre me suena con connotaciones negativas…….¿será cosa mía? ¿No sería más adecuado «debatir»?
Yo intento no discutir nunca. Me gusta hablar con personas con posturas parecidas a las mías y compartir ideas. Aprender . Sí es verdad que me molesta un poco que me den este tipo de consejos : deberías hacer esto , etc . Pero si es una persona linda , que me lo ha dicho con corazón , luego reflexiono y a veces hago caso a lo que me han dicho, si considero que es bueno para mí.
Mmmm, depende de lo que quieras decir con discutir. Por ejemplo, si hago algo y un amigo se molesta porque malinterpreta mi acción, sí que discuto, en el sentido de que explico mis motivaciones e intento convencer, porque es algo que me importa. En un plano más general intento evitarlo porque en mi experiencia, cuanto más delicado es el tema del que se habla (religión, o vegetarianismo, por ejemplo), mayor apertura de mente es necesaria para discutir (intercambiar ideas) y que ninguna de las partes se ofenda. Con lo cual, es mucho gasto de energía para poco beneficio, puesto que nadie suele cambiar su opinión al respecto de estas cosas, y muchas veces se crean tensiones innecesarias. Yo en general opino como tú, eso de vive y deja vivir, por qué voy a tener yo que imponer mis ideas o defenderlas ante alguien, y viceversa, creo que es innecesario. Al fin y al cabo, como dicen en Inglaterra, todo el mundo tiene derecho a tener su opinión. Ahora, no todo el mundo tiene esa misma cortesía conmigo y eso sí me molesta, con lo cual a veces discuto al respecto y a veces no, depende de si pienso que merece la pena o no. Es complicado, no sé, creo que me estoy liando 🙂
Discuto cuando lo veo necesario. Discutir no es pelear, es poner cada uno su postura. Según la persona discuto. Hay ciertas personas con las que no discuto por el simple hecho de que no quiere perder mi energía para intentar convencer, no voy a hacerlo. Creo que es una pérdida de tiempo. Me pasa lo mismo como tú en internet, dejo que cada uno dé su opinión. No vale la pena discutir. ¿Hasta que punto me conoce? No pierdo energía en eso.
Besos!!!
Muy interesante la reflexión de tu post Marinilla. Tú sabes lo que opino de esto; detrás de la mayoría de juicios y discusiones está el ego, el dichoso ego, ese velo que nos dificulta tanto observar la realidad tal cual es. Creo que es siempre un gran paso al menos ser consciente de que éste ha aparecido y nos ha condicionado en un reciente juicio, explicación, justificación… Nos ayuda a relativizar nuestros pensamientos, a no identificarnos tanto con ellos y así disolver un poquito ese ego distorsionador, generador de sensaciones agradables e inacabable fuente de sufrimiento.
Yo prefiero hablar de considerar o de percibir… Como no estoy en posesion de la verdad y hay miles de factores y vivencias que forman nuestra personalidad y opiniones….la mia y la de los demas,; creo que con respeto y educacion no haria falta discutir sino dialogar. Si discutes es porque tu ego ha sido tocado o te toca tanto la fibra un tema, que te cuesta dialogar sobre el sin ser behemente…
Nuestra mente juzga de forma automatica muchas veces, casi por vicio, al igual que etiqueta casi auromaticamente. La cuestion es saber gestionar esos juicios para que se queden para nosotros y nadie se sienta juzgado o herido….
Olvide añadir que mi padre de pequeños, ante ciertos juicios,nos hacia colocarnos en una parte de la casa a unos y en otra a otros, haciendonos describir lo que veiamos…luego cambiabamos de pisicion y haciamos lo mismo…para asi darnos cuenta que nadie estaba en posesion de la verdad…cada uno veia cosas diferentes mirando al mismo cuarto…porque cada uno estaba en un lugar diferente, pero que yo no viera lo que mi hermana veia no queria decir que lo que ella veia no fuera cierto…. Una gran leccion de respeto hacia las opiniones y puntos de vista de los demas.
Silvia C